El juez y la zorra

05/10/2011

diarioabierto.es.

Zorra no es un insulto, porque describe “la actitud de un animal que debe actuar con especial precaución”. No hay degradación en llamar “zorra” a nadie: seguramente estamos aludiendo a su astucia. ¿Pero no lo sabían? Cuando se dice “zorra”, se está diciendo “lista”. Es la solución del juez Del Olmo en la Audiencia Provincial de Murcia, tras revocar una condena por amenazas a un hombre que llamó “zorra” a su esposa. Luego aseguró al hijo de ambos que “la vería en una caja de pino”. Pero esto tampoco es una amenaza, qué va. Alude a un deseo poetizado de pasar una noche en el solaz del campo, seguramente acostados sobre un banco de madera o similar. El acusado había sido injustamente condenado a un año de cárcel por llamar “zorra” a su mujer y advertirle que “la vería en una caja de pino”, pero ahora que ha llegado Del Olmo sólo cumplirá una pena de ocho días de localización permanente, por una mera falta de amenazas “leves”. El tema va de animales, y ahora falta el que designe al juez.

Pero el asunto es otro. Los ponentes de estas sentencias absolutorias o revocatorias de condenas aducen que para que se aplique la Ley de Violencia de Género, que endurece las penas para el agresor, debe contemplarse un elemento machista comprobado: así, eliminado ese elemento, no se aplica esta Ley, y la pena, por tanto, es inferior. Sin embargo, cuando el Tribunal Supremo, en noviembre de 2009, admitió que “no toda acción de violencia física en el seno de la pareja del que resulte lesión leve para la mujer debe considerarse necesaria y automáticamente como violencia de género”, se refería a un caso de agresión recíproca, una pelea, vamos, dentro de un matrimonio. Pero claro, ahí estaba Del Olmo para tomárselo al pie de la letra –pero torciendo la letra, o interpretándola con un cierto cinismo, de maldad aparente- para considerar que amenazar de muerte a una mujer, tras pedir ella el divorcio, no era constitutivo de delito, o para rebajar la pena impuesta a un hombre de Fortuna, en Murcia, tras abofetear a su pareja, arrojarla contra el suelo y patearla: en este caso, el juez tampoco apreció “dominación machista”, sino agresión sin más.

¿Quién juzgará al juez? Este tipo de sentencias y de razonamientos, con la peor complicidad masculina ancestral, son el mayor estímulo para los posibles agresores.

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