El huevo y la gallina

18/10/2011

Maite Vázquez del Río.

El enfado del presidente del Banco Santander, Emilio Botín, está más que justificado. Sin resolver la crisis de deuda soberana de los países periféricos será imposible que se resuelvan los problemas que tienen los bancos.

Para el banquero español esa debe ser la prioridad de las autoridades comunitarias. Lo demás es forzar situaciones que no tienen mucho sentido y “recapitalizar indiscriminadamente”. Vamos despilfarrar el dinero, porque el problema está en el origen, en la deuda soberana que compran los bancos y que cuando llega su vencimiento -como es el caso de Grecia, Irlanda o Portugal- no hay dinero para pagar.

Claro que ¿qué ha sido antes el huevo o la gallina?, porque Botín se olvida de que el problema de la deuda soberana tiene su origen en el abultado déficit públicos de los Estados, que en su día tuvieron que acudir a ayudar a la banca porque tenían activos tóxicos, que aún hoy persisten.

El caso español es el ejemplo claro de lo que está ocurriendo. Se dice pronto, pero la banca española (bancos y cajas) tienen más de 320.000 millones de euros en “ladrillo” y suelo de difícil recuperación. Botín se olvida, aunque su banco no lo hiciera, que muchos prestaron alegremente el dinero sin medir los riesgos. Ahí ha estado el origen de la reestructuración del sistema financiero español, que por lo que todo apunta aún nos deparará más sorpresas.

De momento, el Banco de España nos acaba de desvelar que entre sector privado y familias hay más de 1,5 billones de euros prestados, y que de esa cantidad el 7,1% (de media) es moroso. Y no hay que olvidar que hay cajas y bancos surgidos de cajas (cuatro en total) que han tenido que ser intervenidos. Y eso no ha sido recapitalizar de forma indiscriminada.

Lo que ocurre ahora es que Bruselas exige mucho más. Los bancos se pueden olvidar de los beneficios en una temporada larga, porque el “plan Barroso” quiere garantizar que no habrá más entidades europeas que acaparen los titulares de los periódicos con declaraciones de quiebra. Dexia, el banco franco-belga, ha sido el susto más reciente, y no son descartables más bancos franceses o alemanes.

Y volvemos al huevo o a la gallina, esos bancos franceses o alemanes tienen el problema de la deuda soberana que han comprado a Grecia. Sea el huevo o la gallina, lo cierto es que se tienen que tapar los agujeros, tal vez si en vez de bonos de un país determinado fueran emisiones europeas con garantías de cobro en los vencimientos, otro gallo nos cantaría.

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