Rajoy, presionado desde todos los ámbitos internacionales para adoptar medidas urgentes

22/11/2011

Maite Vázquez del Río. Alcanzar el déficit del 3% del PIB deberá ser el eje central de todas las reformas que emprenda el nuevo Gobierno, por lo que las únicas vías posibles serán una reforma fiscal y el recorte del gasto público.

Mariano Rajoy, presidente electo del Gobierno, no hace más que recibir presiones desde todos los ámbitos internacionales para que comience cuanto antes a adoptar medidas con las que reformar todo lo que no funciona en la economía española. Desde Angela Merkel, la canciller alemana, hasta la agencia de calificación Fitch, pasando por influyentes diarios internacionales como el Financial Times o The Wall Street Journal, no hacen más que insistir en la oportunidad que representa llegar de nuevas a La Moncloa y con una mayoría absoluta aplastante para poder hacer las cosas que se deben. Y todas las peticiones coinciden en lo mismo: reformas.

La penúltima, este mismo martes, por parte de la agencia de calificación Fitch que directamente reclama «medidas radicales» para corregir el déficit público y encauzar la deuda pública del país, lo que requerirá de reformas estructurales y fiscales, que supondrán recortes adicionales.

Todos coinciden en que la mayoría absoluta obtenida por las urnas debe ser usada por Rajoy. Así lo asegura, por ejemplo, el diario económico The Wall Street Journal. En esta misma dirección va el británico Financial Times, que aboga por unas reformas realizadas  «deprisa y de forma contundente». Pero también servicios de estudio de entidades como el Barclays o HSBC le piden «nuevas medidas estructurales» para alcanzar la consolidación fiscal.

También la canciller alemana, Angela Merkel, en su telegrama de felicitación ya le marca los «deberes» a seguir: una política económica clara y reformas a emprender «rápidamente» por el bien de España y de la Unión Europea. Esta petición, sin duda, será respondida por Rajoy, quien tiene previsto exponer a los líderes europeos, Angela Merkel y Nicolas Sarkozy entre ellos, sus planes económicos durante la Cumbre del Partido Popular europeo que tendrá lugar en Marsella los días 7 y 8 de diciembre.

Los mercados, además, así lo están apuntando, dado que su presión sigue en aumento, hasta el extremo que en la última emisión del Tesoro Público el interés que se está pagando es del 7% en el caso de los bonos a 10 años, mientras que los bonos a 5 años superan el 6% y a los de a 2 años también se acercan a esa rentabilidad del 6%.

Rajoy, por tanto, tiene muy poco tiempo para dar respuesta a tanta presión y, tal vez, una de las formas para emprender ese camino de reformas sea dar a conocer cuanto antes quién será el ministro encargado de dirigir la política económica del país, dado que todas las medidas que se emprendan tendrán un objetivo claro: recortar por lo menos otros 18.000 millones de euros (Zapatero tuvo que hacer un recorte de 15.000 millones) para cumplir con el objetivo de déficit marcado por Bruselas para 2012, algo que podría pasar por elevar algunos impuestos, como por ejemplo el IVA, y seguir reduciendo el gasto social.

Dado el volumen del recorte que se tendrá que hacer para cumplir el déficit del 4,5% del PIB en 2012, muy pocas son las posibilidades que hay, más allá de la disciplina que se les exigirá a todas las comunidades autónomas sin excepción. El resto de las medidas deberán ser un «suma y sigue», arañando de todas las partidas públicas de gasto. Zapatero, en su día, optó por congelar las pensiones y recortar el sueldo de los funcionarios, como decisiones de mayor alcance social, pero Rajoy ya ha dejado claro que las pensiones recuperarán su poder adquisitivo, mientras que en el caso del sueldo de los funcionarios ha mostrado cierta ambigüedad. Es de suponer que hasta que no tenga todos los datos sobre la mesa -con el traspaso de las funciones- no podrá tomar una decisión clara de hacia dónde dirigirá sus reformas.

Ya en el programa electoral del PP se apunta claramente a la consolidación fiscal como objetivo prioritario de la política económica. En estas propuestas electorales se dejaba claro que habrá una reforma fiscal dirigida a incentivar la contratación, el ahorro y la inversión, lo que supondrá rebajas de impuestos o incentivos fiscales, lo que en un primer momento hace pensar en que habrá menos ingresos vía impuestos, aunque esos incentivos contribuirán a reactivar la economía y, por tanto, recuperar los ingresos que lleguen a las arcas del Estado. Y además, como hasta ahora, combatir el fraude fiscal.

El segundo gran eje será el recorte del gasto público hasta lo que en el documento electoral supone «mantener los servicios públicos fundamentales». Rajoy ya dejado patenten que, salvo el capítulo de pensiones, el resto del gasto va a ser revisado.

Y entre medias, así lo ha confirmado el PP, una reforma laboral que incentive la contratación de los trabajadores, sobre todo en las pequeñas y medianas empresas para lo que habrá subvenciones a la contratación. ¿Se reducirán las cotizaciones sociales a la Seguridad Social? Ésta es una de las grandes incógnitas reclamadas desde el ámbito empresarial desde hace más de una década, posibilidad además cuya puerta quedó abierta por el PP en su última reforma del sistema de pensiones en 2002.

Otra de las incógnitas que también debe despejar Rajoy es cómo va a mejorar la confianza de los mercados, algo que hasta el momento, pese a conocerse su mayoría absoluta, no parece que esté en vías de lograr. Solo una política económica diseñada con claridad y reformas y medidas claras despejarán ese camino.

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