Las inminentes fusiones bancarias modificarán el control del sector energético

19/01/2012

Tania Juanes y Salvador Arancibia. Que el Gobierno es partidario de que las entidades financieras españolas se fusionen para conseguir de esta forma sanear los balances de los activos dañados es algo sabido. Pero lo que empieza a preocupar a algunas empresas industriales es cómo les puede afectar a ellas el proceso de consolidación teniendo en cuenta que algunos bancos son accionistas de varias de ellas.

El proceso de fusión que se abre en el sector financiero propiciado por el Gobierno, pese a los obligados desmentidos de ausencia de operaciones concretas por ahora, tendrá una inevitable repercusión sobre las empresas participadas. Y en algunas de estas compañías analizan ya el eventual alcance sobre ellas. Es el caso, por ejemplo, de las compañías energéticas en varias de las cuales se es consciente del impacto que estos movimientos pueden tener en el accionariado.

El sector energético, el eléctrico y el gasista y petrolero, están muy interrelacionados con el sistema financiero. No solo por el elevado negocio que generan para bancos y cajas sino también por la presencia de varias entidades financieras en su accionariado. Todo ello trufado, además, por la presencia de algunas empresas constructoras como importantes accionistas gracias a los créditos concedidos en su día por los bancos contra la garantía de las propias acciones.

En el sector eléctrico existen cuatro grandes compañías: Endesa, Iberdrola, Gas Natural Fenosa e Hidrocantábrico. La primera y la cuarta están controladas mayoritariamente por capital extranjero. Endesa es propiedad de la italiana ENI y en Hidrocantábrico la mayoría la tiene la portuguesa EDP, donde una compañía china ha adquirido recientemente el 20% del capital.

En Gas Natural Fenosa La Caixa, directamente e indirectamente a través de Repsol donde es el mayor accionista con algo más del 12%, controla la compañía. En Iberdrola, el mayor accionista es la constructora ACS, presidida por Florentino Pérez, con un 20%, aunque puede haber rebajado esta participación al haber cobrado los dividendos en metálico las últimas ocasiones. Junto a la constructora, están Kutxa Bank, el banco surgido de la fusión de las tres cajas de ahorros vascas, que tiene el 6,5% y Bankia un 5,5%. Otras cajas, Unicaja, las castellano leonesas y alguna más, tienen participaciones más pequeñas.

En el sector petrolero, CEPSA ya es propiedad mayoritaria de Abu Dhabi y en Repsol CaixaBank es el primer accionista, seguido de cerca por la constructora Sacyr y por la mexicana Pemex, con un 10% cada una de ellas.

Tanto en Iberdrola como en Repsol se ha librado en los últimos tiempos una batalla por el poder entre los gestores de las empresas y los mayores accionistas. En el caso de la eléctrica las espadas siguen en alto entre Ignacio Sánchez Galán y ACS, habiendo sido las cajas de ahorros el principal aliado del gestor en su pelea por no dejar entrar en el consejo a los representantes de ACS.

En Repsol el enfrentamiento entre Sacyr, que tenía el 20% del capital, y el equipo gestor de la petrolera ha terminado con la venta de la mitad del paquete de la constructora y el intento de buscar un nuevo equilibrio de poder entre los gestores, CaixaBank y los mexicanos de Pemex. Intento que no ha dado ningún tipo de fruto concreto por ahora.

El papel que las participaciones de bancos pueden jugar en el futuro dependerá mucho del proceso de emparejamiento que se produzca en la nueva oleada de fusiones y de la necesidad que tengan o no los nuevos grupos financieros de vender participaciones industriales para acelerar el proceso de saneamiento propio. Durante meses, el grupo ACS ha cortejado a Bankia para intentar que se alineara con sus intereses en Iberdrola como forma de desalojar a Sánchez Galán de la presidencia y tener acceso al control de la compañía. No lo han logrado y todo indica que en los últimos tiempos ha decaído el interés de la compañía presidida por Florentino Pérez por conseguir entrar en la sociedad.

Una hipotética fusión entre Bankia y CaixaBank, algo que ambas entidades niegan en la actualidad que vaya a producirse, le daría a la nueva entidad una concentración de inversiones en el sector energético muy elevada que le obligaría, sin duda, a elegir finalmente entre unas u otras porque no tendría sentido controlar la tercera compañía eléctrica y participar activamente en la segunda con un 5,5% del capital y presencia en el consejo.

Esta reordenación podría, dependiendo de a quien se le vendieran las participaciones no consideradas estratégicas, provocar un problema adicional: la pérdida del control nacional de alguna de esas compañías. El fantasma esgrimido en su momento por Repsol para denunciar el pacto entre Sacyr y Pemex, podría volver a surgir en función de quien fuera el nuevo accionista. Ya ocurrió con Cepsa en el sector del petróleo y con Endesa e Hidrocantábrico en el eléctrico. Todo indica que ahora se trataría de evitar que eso ocurriera pero habría que encontrar un inversor nacional y ahora parece que no hay muchos con la liquidez necesaria.

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