Está visto, reforma laboral no pactada, huelga segura. A todos los presidentes de Gobierno españoles les ha pasado y, por lo que muy mucho se teme Mariano Rajoy, no va a ser menos.

Se le ha escapado entre micrófonos abiertos hablando con el presidente finlandés, Jyrki Katainen. «La reforma laboral me va a costar una huelga». Vamos que con esta afirmación estarán los dirigentes sindicales echando chispas, dado que si el propio Rajoy lo reconoce, qué no estará preparando el Gobierno para que a ciencia cierta sepa que se va a granjear la protesta segura de los trabajadores.

De momento, Rajoy se encontraba este lunes presumiendo en Bruselas que nos va a recortar los salarios a los españoles. No está mal el refugio de sus argumentos. El premio Nobel de Economía, Krugman, así se lo aconseja a todos los países de la eurozona: un recorte del 20% de las retribuciones de los empleados que no estén trabajando en Alemania.

Vamos, que la reforma laboral va a ser profunda, e incluirá aspectos de los que los sindicatos no quieren ni oir hablar. El próximo 10 de febrero saldremos de dudas, ya que el Consejo de Ministros, con el fracaso del diálogo social grapado a su reforma, dará vía libre a los nuevos ajustes que, según todos piden, insuflará de más flexibilidad a las empresas a la hora de redistribuir horarios, salarios o producción… con la consabida coletilla de «según las circunstancias económicas».

¿Qué se tendría que cambiar para que sea segura una huelga general? ¿Se abaratará el despido aún más? ¿Llegarán los mini-jobs a España? ¿Se creará un contrato único?… y además se recortarán los salarios, pese al acuerdo de moderación salarial pactado entre empresarios y sindicatos para los dos próximos años.

A veces me da por pensar que más que huelgas, lo que los gobernantes parecen perseguir es que nos vayamos todos del país. Así se acaban los problemas. Aunque claro luego nos llaman demagogos a los que recordamos que el carajal económico en el que estamos asentados desde hace cuatro años lo trajeron las todopoderosas entidades financieras, sobre todo esas cajas teledirigidas por los gobiernos autonómicos. Cuando las constructoras, inmobiliarias y bancos y cajas se forraban, nadie se acordó de decir, hay que repartir entre los que siempre pagan.

Y pagar vamos a tener que pagar. Por el momento, el sistema financiero español parece ser que va a necesitar otros 50.000 millones de euros -si no es más- para sanearse totalmente, y pese a que el actual Gobierno -como el anterior- nos aseguraba en plena campaña electoral que los ciudadanos no íbamos a pagar ni un euro, ahora empieza a escucharse que por lo menos de esa cantidad, unos 10.000 millones deberán salir de nuetros bolsillos. Pues si encima nos recortan el sueldo, nos despiden por dos euros y nos contratan en condiciones draconianas… a ver de dónde vamos a sacar tantos millones… No si al final, hasta nos volverán a subir los impuestos, además del reciente incremento del IRPF.