4’75 millones de parados, Álvarez-Cascos y la mediocridad política

03/04/2012

diarioabierto.es.

4’75 millones de parados, la cifra más alta de nuestra vida reciente, y da la sensación de que aquí nadie se ha enterado de nada. Es como si los políticos no leyeran las noticias, no las escucharan, no las vieran. Solamente lo ocurrido en el Principado de Asturias, con este disparate monumental generado por la soberbia y la incapacidad manifiesta de Francisco Álvarez-Cascos para hacer política –esto es: pactar, hablar, charlar, entenderse, ceder, tener cintura, saber renunciar a lo pequeño para lograr lo máximo sin hundirse en rencores personales- es el mayor síntoma tangible de que nuestros políticos, o al menos muchos de ellos, no viven la misma realidad que nosotros. Diez meses después de haber ganado las elecciones a la cabeza de Foro, tras declararse impotente para mantener cualquier diálogo con la oposición, este hombre siniestro –porque siniestro es, en el mundo de hoy, someter a los ciudadanos a un doble gasto electoral, con los miles de euros que se van en la convocatoria de unas nuevas elecciones a menos de un año de distancia de las anteriores- proclama su propia incapacidad con la convocatoria de unos nuevos comicios, y aquí pasamos por la noticia con una mezcla de indignación y desgana, porque seguramente no será la memez más destacada, ni tampoco la más cara, ni la más alucinógena, que nos queda por aguantar.

Había pensado titular esta columna “4’75 millones de parados, Álvarez-Cascos y la indigencia política”. Pero está la calle tan llena, tan dolorosamente llena, de gente que está viviendo en soportales, haciendo cola por la mañana para entrar en los baños públicos de la glorieta de Embajadores, hurgando en las sobras y en los desperdicios que los supermercados dejan en los contenedores de basuras justo a la caída de la tarde, que usar la palabra “indigente” para referirme a la política en general, o a la catadura moral del último dispendio del líder del Foro asturiano, en el fondo me parece una dignificación que no merecen ni la política en general, ni Álvarez-Cascos en particular.

La dignidad está hoy en la calle, en todas esas gentes que aún aguantan esas duras condiciones de vida. La dignidad en España está en estos 4’75 millones de parados, en su resignación pacífica, en su búsqueda diaria de trabajo. Los políticos, mientras, siguen en la misma trifulca anterior a la crisis porque la crisis, al parecer, no va con ellos.

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