La matriz de Bankia pierde 3.318 millones, pero queda lejos del récord del Banesto de Conde

28/05/2012

Miguel Ángel Valero. El presidente del Banco Financiero y de Ahorros, José Ignacio Goirigolzarri, opta por no forzar la renuncia del consejo, como en la entidad comercial, hasta la entrada del Estado en el capital.

Hay comparaciones que son ciertamente odiosas. Incluso, hasta ofensivas. Pero quizás sean necesarias. O al menos son ilustrativas. El nuevo equipo gestor del Banco Financiero y de Ahorros (BFA) y de Bankia, encabezado por José Ignacio Goirigolzarri, ha dado la vuelta a los balances y a las cuentas del grupo. El resultado es que donde había unas pérdidas de 30 millones de euros, ahora figuran 3.318 millones. Unas cifras escandalosas, aunque afortunadamente lejanas al récord fijado por el Banesto de Mario Conde, que en 1993, tras la intervención por parte del Banco de España, perdió 584.000 millones de pesetas de las de entonces, unos 3.510 millones de euros actuales. Sí hay récord en las cuentas individuales de BFA: aproximadamente, 7.000 millones de euros. En las primeras cuentas de 2011, eran 439 millones de pérdidas. Nunca una entidad financiera individual había perdido tanto dinero en España.

El caso es que el consejo de administración de BFA ha procedido a la reformulación de las cuentas consolidadas del año 2011, sin salvedades por parte del auditor, Deloitte. El mismo que Bankia, que tras la reformulación de las cuentas pasa de 309 millones de beneficios a 2.979 millones de pérdidas. Y esas cuentas registran un resultado neto atribuido negativo de 3.318 millones de euros. “El impacto de esta cantidad está incluido en el plan de saneamiento y recapitalización del Grupo BFA anunciado el pasado viernes. De este modo, las pérdidas afloradas están completamente cubiertas por la inyección de capital que hará el Estado en BFA”, explica el comunicado de la entidad. Tanto el Banco de España como el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (Frob) se comprometieron la pasada semana a, una vez finalizados los trámites oportunos, aportar los 19.000 millones de euros de capital que ha solicitado BFA.

Esas pérdidas de 3.318 millones son el resultado de varias operaciones. Por un lado, el Grupo BFA contabiliza 1.561 millones de las pérdidas registradas por el Grupo Bankia, que ascendieron a 2.979 millones, fruto de su participación del 52,4% a 31 de diciembre de 2011 en la entidad, atribuyéndose el resto de las pérdidas a los accionistas minoritarios. Por otro lado, se realizan saneamientos de activos fiscales por 1.565 millones y de 86 millones en participadas, se registra un coste financiero de 358 millones por las participaciones preferentes suscritas por el FROB, y unos ingresos de 252 millones, procedentes fundamentalmente de sus participaciones más destacadas.

Además, el Grupo BFA carga contra patrimonio otros 1.179 millones de ajuste de los activos fiscales originados en el proceso de la revisión de la combinación de negocios que dio origen a éste, fruto de la fusión de siete cajas de ahorro (Madrid, Bancaja, Ávila, Segovia, La Rioja, Insular de Canarias, Laietana).

Pero a diferencia del consejo de administración de Bankia, que dimitió en bloque tras la reformulación de las cuentas, en BFA no ha sucedido lo mismo. Sigue los mismos consejeros que han reconocido que la entidad que administran ha perdido cien veces más de lo que habían contabilizado antes. El presidente de BFA y de Bankia, José Ignacio Goirigolzarri, ha decidido no forzar cambios en el consejo de administración de la matriz hasta que no se materialice el canje en acciones del préstamo por importe de 4.465 millones de euros concedido por el Frob para que las siete cajas pudieran fusionarse, y se haga efectiva por tanto la entrada del Estado en el capital.

Beneficios para costes extraordinarios

Muchas horas antes, el grupo que preside Goirigolzarri reconocía en un hecho relevante enviado a la CNMV que «se ha decidido no tener en cuenta los beneficios antes de provisiones estimados para los próximos tres años a la hora de cuantificar las necesidades de capital del grupo«. Si se hubieran considerado éstos, la cantidad que tendría que poner el Estado sería inferior a los 19.000 millones cuantificados por el nuevo equipo gestor.

Pero hubiera dejado a éste prácticamente sin margen de maniobra en caso de un empeoramiento de la situación económica. Así, el beneficio que se obtenga se guardará en la hucha. ¿Para qué? Para afrontar la posibilidad de que el grupo tenga que «asumir costes extraordinarios» en su plan de saneamiento y recapitalización, por las condiciones que impongan las autoridades europeas y españolas para su aprobación.

Otra hipótesis recogida es la necesidad de aplicar saneamientos no contemplados ahora en el plan, como la «necesidad de ajustar la valoración de ciertos inmuebles de uso propio«.

Una tercera posibilidad es destinar los beneficios a «cumplir con suficiente antelación con las nuevas necesidades de capital regulatorio«.

Lo que no cambia es el objetivo: «Poner al grupo en una senda de beneficios y rentabilidad sobre recursos propios crecientes en los próximos años de cara a permitir la venta de la participación del Estado en las mejores condiciones«.

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