La leyenda del «hombre pez»

08/06/2012

diarioabierto.es. Se perdió nadando por el río Miera, pero entre redes lo encontrarían cinco años después mitad hombre, mitad pez en la Bahía de Cádiz y con sólo una palabra en la boca, "Liérganes".

Tierra y mar removieron los pescadores buscando un significado a ese nombre para finalmente encontrar, en un pueblo cercano a Santander, la respuesta. Aquel Hombre Pez se llamaba Francisco de la Vega y su hogar se hallaba en aquella villa donde su viuda madre y dos de sus hermanos le esperaban ante las noticias de su regreso. Pero nunca volvió a contestar a preguntas ni a hilar coherencia entre palabras sueltas y aquel ser, nueve años más tarde, volvería a encontrarse a sí mismo río abajo convertido en pez. Pero, ¿qué esconde este pueblo de tal encanto mitológico?

Entre los numerosos valles que forman los ríos de Cantabria, en la zona fronteriza de Burgos, y el verde de la cuenca de Pas, el pueblo de Liérganes florece junto a Pámanes y Los Prados como capital del municipio que toma prestado su nombre. Declarado interés histórico nacional desde 1978, su belleza arquitectónica clasicista, imitación de las formas y conceptos artísticos romanos de los siglos XVII y XVIII, es acariciada por el río Miera y sus afluentes. Su esplendor lo rodea un conjunto de comarcas de variada riqueza etnográfica y variopinto folklore debido a la peculiar orografía de la provincia norteña que dificultó durante siglos la comunicación entre villas, especialmente con las montañas pasiegas cuyo relieve era agreste y clima, húmedo y frío. Esta dificultad geográfica atrasó la construcción de las primeras iglesias y ermitas hasta el siglo XVI mientras el resto de la región cantábrica había comenzado a formarse en comunidades ya en la Alta Edad Media, época que comienza con la caída del Imperio Romano.

Y es ahí, sobre el pecho de una cultura que no ha padecido de tiempo, donde Liérganes resplandece con sus casonas populares y escudadas como es la Casa de los Cañones o la Casa de los Setién, ermitas e iglesias como la de San Sebastián, los puentes Mayor y Molino, y Batán, junto a dos de los palacios más destacados de Cantabria, el Palacio de la Rañada y el Palacio de Elsedo. Es por esta grandiosa riqueza cultural que el casco antiguo es popularmente conocido como «La pequeña Santillana». Pero antes de entrar en estas maravillas hechas por el hombre, la vista perfila las célebres cumbres conocidas como las Tetas de Liérganes por su similar aspecto, las montañas Marimón y Cotillamón de no más de 405 metros.

A través de sus calles y cuidados paisajes, el visitante comienza el viaje por este lugar de cuento lleno de tradición cantábrica entremezclando olores de quesos frescos y de nata con la repostería recién hecha a base de sacristanes y otras delicias típicas de allí. En la población de Pámanes, al norte de Liérganes, el estilo barroco del Palacio de Elsedo vibra como una de las joyas arquitectónicas de la geografía regional, Bien de Interés Cultural desde 1978. Construido en el Siglo XVIII por orden del primer conde de Torre Hermosa, Francisco de Hermosa y Revilla, el paso del tiempo lo deterioró y fue un matrimonio austríaco, en la primera mitad de siglo, quien invirtió gran parte de su fortuna en devolverle la belleza. En la actualidad, alberga un Museo de Arte Contemporáneo donde esculturas de Eduardo Chillida o Pablo Serrano pueden contemplarse.

Una vez en la capital, entre las casonas populares sobresalta la Casa de los Cañones de dos pisos de altura por el que asoma un balcón forjado de hierro e invita a entrar por una puerta de arco adintelado a aquel que la aviste desde el camino. El escudo está situado en lo alto cerca de lo que fue, en su día, la primera Fábrica de Artillería de España. En las esquinas, viejos cañones recuerdan de su existencia la cual trajo a la villa riqueza y la consecuente proliferación de estas casas. Bordeando el Río Miera, fruto de exquisitas carnes y pescados, hacia el suroeste de Liérganes, la Iglesia de San Sebastián luce su aspecto gótico, emblema del Siglo XIV. Historias cuentan que fue ésta ermita templaria de carácter militar. Dentro de su estructura de capiteles decoradas con cruces y cabezas humanas entre pilares de gruesas columnas adosadas y arcos acabados en punta, se encuentra el patrono del pueblo a quien rinden culto el 27 de Julio, San Panteleón.

Antes de terminar el día y llevar el cuerpo cansado a disfrutar de los beneficios de las aguas de mineralización media y sulfurosas del municipio, un último respiro hondo ante la inmensidad natural que se extiende por este trozo de Cantabria desde el Mirador de Peña Cabarga, posiblemente el más amplio de la provincia, a menos de 570 metros de altitud. El litoral cantábrico y la Bahía de Santander junto con sus alrededores cubren los ojos como un hipnótico velo. Y del placer visual al placer sensitivo. Ubicada en el Barrio del Calgar hacia el noreste con dirección La Cavada, el Balneario de Liérganes brinda la posibilidad al paseante de bañarse en sus aguas sulfuradas características del lugar y beber de esta «Fuente Santa», aporte de salud y provecho de las múltiples propiedades curativas del azufre como son el gradual alivio de los dolores óseos y musculares del azufre, y la mejora de las uñas y la piel. Pero demás del cuidado del cuerpo, aquí también se puede cuidar la vista y las piernas, paseando por la magnífica finca que rodea el balneario que goza de un arbolado de gran porte y variadas clases confiriéndole un aire decimonónico

La noche cae, las luces se apagan, y el sabor a aire fresco junto al sonido de los insectos noctámbulos crea del silencio un soporífero efecto que mece los sentidos agitados durante el recorrer del día. Finalmente, entre el verde de su relieve y sus tradiciones pasiegas, el encanto de Liérganes duerme dejando campo libre a los sueños.

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