Gaultier: el derecho, y la virtud, de ser diferente

06/10/2012

Miguel Ángel Valero. Primera muestra internacional dedicada al diseñador francés, con motivo de sus 35 años de carrera, en una original y brillante exposición de la Fundación Mapfre.

Si ya dio la campanada con Yves Saint-Laurent, la Fundación Mapfre ha vuelto a hacerlo, ahora con Jean Paul Gaultier. La primera muestra internacional dedicada al genial diseñador francés, “Jean Paul Gaultier, Universo de la moda: De la calle a las estrellas”, aprovechando sus primeros 35 años de carrera, estará en la Sala Recoletos de Madrid hasta el 6 de enero de 2013.

Son 110 modelos, más de 50 bocetos, piezas audiovisuales, extractos de desfiles y entrevistas, primeros diseños y fotografías. Pero la estrella de la exposición, al margen evidentemente de Gaultier, serán 30 maniquíes con pelucas y adornos que tienen rostros interactivos creados mediante proyecciones y a los que varias personas (entre ellas el propio diseñador) prestan sus rasgos físicos y sus voces.

Llamarán la atención también los dos corsés icónicos para la gira de Madonna en 1990, las piezas de vestuario y bocetos para “La piel que habito”, “La mala educación” y “Kika”, de Pedro Almodóvar. Sobre todo el kimono que lucía Gael García Bernal en la segunda película, o el mono nude de Elena Anaya en la primera.

Pero, morbo aparte, esta exposición da una idea de cómo trabaja un arista. Gaultier viste lo que ve en la calle para que se lleve en la calle, porque su sueño es que sus creaciones se vistan, se vivan. El principal mensaje trasciende al mundo de la moda. Es el derecho, y la virtud, de ser diferente. La diferencia como un medio de expresión del ser humano.

Hay que aplaudir lo bien que está organizada la exposición de la Fundación Mapfre, que ha contado con la colaboración del Musée des beaux-arts de Montreal. Son seis secciones o etapas en la labor creativa de Gaultier. La primera, “La Odisea”, tiene el gran atractivo de exponer su primer diseño, de 1971 (hasta ahora no se había mostrado al público), pero es sobre todo  un viaje de iniciación al universo del artista, repleto de marineros, sirenas y unas sorprendentes iconografías religiosas. “El tocador” deja obras maestras en sostenes cónicos, corsés y corpiños, y convierte la ropa interior en un ejercicio subversivo, en símbolos de poder, al tener que abandonar el secreto de la intimidad.

La tercera etapa, “A flor de piel”, muestra uno de los grandes hallazgos de Gaultier: la piel como el primer vestido, a través de juegos cercanos a la desnudez, materiales que se pegan al cuerpo, o los tatuajes. Aquí el gran protagonista es la falda para caballeros, su gran aportación a la moda masculina.

Punk Cancán” permite descubrir cómo Gaultier fusiona estilos aparentemente contradictorios y contrapuestos. La boina y la gabardina trench, símbolos indiscutibles de París, pasan por Pigalle y por el movimiento punk de Londres para transformarse en látex, cuero, encajes y redes, asumiendo una elegancia transgresora.

La jungla urbana” insiste en esa vía de la integración, de aprovechar todas las influencias. También las étnicas: los árabes de Barbes, los rabinos de Nueva York, muejres chinas reinventadas como bailarinas de flamenco, iconografía rusa, la magia de Bollywood y de los maharajás de India. Plumas de animales exóticos, pieles de cocodrilo o de pitón conviven con originales usos del cuero.
La última etapa de este mágico viaje, “Metrópoli”, rompe un poco con las anteriores. Aquí mandan el ‘new have’, la música ‘house’, la tecnología, la ciencia ficción, el vinilo, la licra, el neopreno, los tejidos en tres dimensiones y los materiales inflables.

“El viejo terrible”

Es un viaje que termina en la infancia, en el osito de peluche para el que Gaultier hacía ropa. Hasta que a los 18 años comenzó a trabajar con Pierre Cardin. Luego, dos años después, con Jean Paton. Hasta que, de nuevo dos años más tarde, en 1976, presentaba su primera colección, Unos 35 años después, exclamaba en la presentación de la exposición de la Fundación Mapfre: ¡ay qué viejo soy! Antes me llamaban el ‘enfant terrible’, y ahora soy El viejo Terrible”. Genio y figura. Es Gaultier

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