Jesús Mari Iturrioz y José María Gasalla protagonizan en DBS un inspirador ‘talking show’ sobre el nuevo liderazgo

11/12/2013

Susana de Pablos. Consciencia, conducta, relaciones, equipos y aprendizaje son los cinco elementos que no pueden faltar para avanzar hacia el nuevo liderazgo. Así lo han puesto de manifiesto esta semana en Madrid los directores académicos del Máster en Coaching Ejecutivo de la Deusto Business School.

Jesús Mari Iturrioz y José María Gasalla invitaron a los asistentes al evento –todos ellos personas interesadas en aprender a gestionar equipos de trabajo en un entorno complejo e incierto- a convertirse en maquinistas de un tren, un tren con cinco vagones que iniciaría un viaje hacia el nuevo liderazgo. “Y en cada vagón llevaremos un alimento”, anunció Iturrioz al  principio del talking show que desarrollo al alimón con Gasalla. A partir de ahí, ambos conferenciantes fueron enumerando el contenido de esos vagones:
.- Consciencia. Debemos ser conscientes de nuestros actos, sentimientos, emociones, creencias, asunciones, pasiones, etc., porque sólo así podremos controlar nuestro impacto con los demás, a partir de nuestras conductas.
.- Conducta. Parafrasearon a Benjamin Zander, director de la Filarmónica de Bostón y un referente en materia de liderazgo: el directivo del siglo XXI se pregunta constantemente qué es lo que hace vibrar a los demás. Más allá del cociente intelectual, el nuevo líder debería tener en cuenta su inteligencia emocional y la de sus colaboradores, y que el lenguaje crea realidades: no es lo mismo decir subordinados que colaboradores. Y, sobre todo, deben dar autonomía a los trabajadores y aprender a sentarse para averiguar y escuchar cuáles son sus expectativas.
.- Relaciones. Las empresas deberían convertirse en «espacios conversacionales». Por otra parte, hay que saber gestionar a las personas mediante un liderazgo virtual, a distancia, teniendo en cuenta la expansión del teletrabajo, una práctica que no se extiende a mayor velocidad en España debido a la falta de confianza. Además, las relaciones son cada vez más difíciles porque la diversidad es mayor. El valor que añade un líder del siglo XXI es ayudar a lograr los cambios que son complicados.

¿Es posible aunar talento e innovación sin confianza? No. El liderazgo supone crear espacios de confianza que permitan el desarrollo de la autoconfianza de los colaboradores y que encuentren el sentido de su trabajo, elemento crítico de la automotivación. Hay cinco claves para lograrlo: autoconcepto (nuestras creencias sobre nosotros mismos), autoestima, autocrítica (el análisis de nuestras fortalezas y áreas de mejora), autoeficiencia (el análisis de nuestros logros) y autodisciplina.
.- Equipos. Para alcanzar el éxito es mejor buscar la diversidad, sin embargo, lo normal cuando montamos un equipo es contar con el amigo, el conocido, al vecino… alguien que sabemos que no nos llevará la contraria. Porque asusta contar con alguien distinto a uno mismo, se vive como un riesgo. Por mucho que hablemos de global, nos gusta lo local. Y lo importante es que todos los miembros del equipo remen en la misma dirección, cooperando, con compromiso. Los miembros deben buscar los resultados globales de la compañía, no los personales o grupales. Muchos proyectos empresariales descarrilan por la falta de cooperación entre empleados, áreas, departamentos, equipos… Debemos atrevernos a mantener conversaciones diferentes, aceptando el feedback positivo y negativo –el que ayuda a crecer- y ofreciéndolo también con empatía.
.- Aprendizaje.
Es preciso pasar del ADN al ADR: aprender, desaprender y reaprender. Se requiere cambiar conductas, paradigmas, mentalidades… No se trata de llenar el baúl con más conocimientos, sino de cambiar o evitar conductas, y hacerlo en tiempo real. Para ello, los directivos tienen que aprender a surfear las emociones, aprendiendo a pasar de una a otra, siendo más conscientes de sus síntomas. Los enemigos del aprendizaje son: ceguera (el no ser consciente de en qué somos incompetentes), miedo, vergüenza (miedo al ridículo), la tentación de ir de víctima, orgullo (nos impide pedir ayuda), arrogancia (para los que piensan que lo saben todo es imposible aprender), pereza por aprender (cuando lo que se requiere es perseverancia) e impaciencia (si el aprendizaje no es rápido, nos aburrimos).

“Con el coaching tratamos de ayudar a la otra persona para que deje de buscar enemigos fuera, e interiorice más para averiguar qué hace él o ella para co-crear tal situación, o qué puede hacer de forma diferente para cambiarla juntos”, explicaba Iturrioz. Y Gasalla comentaba a continuación cómo mientras el líder vive la vida como un desafío, lo habitual es sentirla como el resultado de la suerte o de la desgracia. Y añadía: “Cada uno es responsable de su trabajo, de su propia vida”.

El apoyo del ‘coach’
Seguidamente, ambos profesores animaron a los presentes a liderar la gestión del cambio, pero también explicaron cómo gestionar el fracaso cuando ese cambio no ha sido afortunado. En primer lugar, hay que superar un tiempo de duelo y aprender a elaborar la pérdida. Por ejemplo, cuando se sufre un despido laboral, se pierde la estabilidad, el contacto con los compañeros, el poder adquisitivo… En ese momento es muy importante contar con alguien que nos ayude y apoye.

En segundo lugar, hay que levantarse, aprender, confiar en uno mismo, descubrir lo que nos hace únicos en la sociedad y en nuestro entorno, y apostar por algo nuevo. Sobre todo, disfrutando de lo que hacemos, porque si no se disfruta en el trabajo es imposible alcanzar la innovación.

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