Además, la franquicia se está adecuando mejor que cualquier otro modelo de negocio a esta época convulsa, ya que las cadenas están adaptando sus productos y servicios a las nuevas exigencias del mercado y de los consumidores. Es un sistema dinámico, vivo y que responde con rapidez a los cambios que se demandan hoy en día. Por eso, por supuesto que es un buen momento para montar una franquicia y convertirse en franquiciado. En cualquier caso, hay una serie de pasos que conviene dar, antes de firmar un contrato de franquicia.

En primer lugar, cualquier persona que decida apostar por poner un negocio en régimen de franquicia, ha de estar convencida de que va a convertirse en un empresario, que ha de tener muy claro el sector de actividad en el que quiere operar. Y una vez definido este punto, hay diversos canales y herramientas que permiten no equivocarse en la elección de una enseña franquiciadora.

Uno de estos canales son las ferias monográficas de franquicias que se celebran anualmente en España, y que son el principal punto de encuentro entre el franquiciador y el candidato a franquiciado: informarse de cuándo se celebran, dónde y acudir como visitante es más que aconsejable. Además, existe un Registro de Franquiciadores en el que todas las cadenas han de estar inscritas, con todos sus datos actualizados: aperturas, cierres, presencia internacional… información de mucha utilidad, y más que necesaria para el futuro franquiciado, al igual que acudir a entidades como la propia Asociación Española de Franquiciadores para obtener más documentación.

Asimismo, hay que contactar con las enseñas que más se adecuan al perfil del candidato, a sus gustos, a su trayectoria profesional… y entrevistarse con sus responsables, quienes están obligados a facilitar todos los datos relativos a su negocio antes de la firma del contrato, con una cláusula de confidencialidad para que si finalmente el candidato decide no entrar en esa marca, no revele la información a terceros. Es importante entrevistarse todas las veces que sea necesario, hasta que se despejen todas las posibles dudas que haya. En el momento de firmar el contrato, no tiene que haber ninguna: la decisión ha de ser firme, meditada y segura. Si hay el más mínimo asomo de duda, mejor no firmar.

Y, por último, y quizá uno de los pasos más necesarios, es visitar a otros franquiciados que ya estén funcionando con la enseña elegida: preguntarles cómo les va, el apoyo que reciben, problemas… Ellos están en el día a día del negocio y son quienes mejor información van a ofrecer. En este sentido, es muy útil entrevistarse con franquiciados de distintas ciudades, cuantos más, mejor. Y en el caso de ser el primer franquiciado de una cadena todavía hay que investigar más a fondo y meditar mucho más la decisión, sin prisa, encontrando el buen feeling con el franquiciador.

En definitiva, la franquicia es un sistema que ofrece muchas ventajas a quienes quieran invertir en una marca, ya que minimiza los riesgos que se corren cuando se monta un negocio propio. El franquiciador ya ha testado su concepto en el mercado, se ha equivocado muchas veces, y esos errores ya no los va a cometer el franquiciado, que ha de recibir una formación continua, un apoyo publicitario, logístico, ayuda en la búsqueda de local, en la obtención de financiación… Eso es la franquicia, una fórmula más que válida como autoempleo o como inversión.

Eduardo Abadía es gerente de la Asociación Española de Franquiciadores (AEF).