La alta cosmética de la China Imperial

07/04/2017

Carmela Díaz.

Esta semana ha tenido lugar la presentación en Occidente de la primera firma de cosmética para el cuidado de piel provenientes de la China Imperial: Dai Chun Lin. Una línea de productos que no deja indiferente por sus fragancias, texturas y, sobre todo, por su delicado packaging joya, unos maravillosos frascos, tarros y recipientes de porcelana pintados a mano. Toda una oda a la delicadeza y al buen gusto.

Dai Chun Lin se creó por el cosmetólogo chino del mismo nombre en 1628, durante el reinado del Emperador Chongzhen (Dinastía Ming) y fue acreditado como el pionero en fabricar los primeros polvos faciales perfumados del mundo, elaborados en exclusiva para la concubina favorita del emperador. Tras la apertura de su primera tienda en Yangzhou, Dai Chun Lin creció rápidamente, hasta convertirse en el proveedor oficial de la corte imperial china. Sus productos eran utilizados por las élites del país.

Su amplia gama de tratamiento facial, maquillaje y perfume, elaborada a base de hierbas y extractos minerales basados en la medicina tradicional china, es conocida por sus propiedades de rejuvenecimiento con excelentes productos, que van desde limpiadores a tónicos, crema anti-acné, sérums, hidratantes, cremas nutritivas, correctores, maquillaje cubre imperfecciones, polvos matificadores, sombras de ojos y labiales, sin olvidar los exquisitos perfumes en crema de tratamiento.

Esta gama de productos consta de cuatro colecciones:

  • Línea imperial: producto de tratamiento antiaging, mascarillas, sérums, cremas hidratantes y perfume en crema, en tarros de porcelana china.
  • Doce bellezas de Jinling: maquillaje, correctores, polvos matificadores de perlas, labiales y sombras de ojos.
  • Línea moderna unisex: tratamiento para hombre y mujer, en formato de plástico rojo, con tónicos, mascarillas, hidratantes y cremas de tratamiento
  • Línea cuidado diario: limpiador facial, hidratante, contorno de ojos, hidratante de manos, y una crema medicinal para el acné y el eczema.

La cosmética es fundamental en la historia de China, cuya cultura consideraba el maquillaje y el aspecto físico como signo de higiene, pureza y estatus social. La belleza de las manos, uñas y los dedos, por ejemplo, tenía mucha importancia. Ya en el año 3.000 antes de Cristo, los chinos combinaban distintos productos para producir esmaltes y lacas de uñas, por lo que se cree que fueron ellos quienes inventaron el esmalte de uñas. La primera «laca» fue fabricada con goma arábiga, gelatina, cera de abejas y clara de huevo. Para el cuidado de cuerpo y rostro, las mujeres empleaban cremas elaboradas con aceites esenciales de frutas, plantas y hierbas, como el poria cocos, la lágrima de Job o el haba verde, y los combinaban con el perfume de flores, maderas de sándalo, cera de abejas y polvo de perlas. Existen numerosas referencias que prueban el uso del maquillaje entre las mujeres de la época imperial. Su secreto de belleza se caracterizaba por lucir un rostro perfecto efecto “piel de porcelana”, luminoso, uniforme y libre de imperfecciones, que conseguían con los polvos ligeros, rosados o blanquecinos, elaborados con polvos de perla y arroz. La primera base de maquillaje se fabricó en China a comienzos del siglo XVII, a base de polvo de perlas, aceite de almendras, poria cocos y haba verde.

Casi 400 años después, Dai Chun Lin llega a nuestro país y abre su primera tienda-boutique en todo Occidente en la calle San Lucas, 11 (Madrid), ofreciendo la posibilidad de disfrutar de los productos de cosmética preferidos por las emperatrices de la China Imperial.

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