‘¡Arrea!’: Musical punk

09/05/2017

Luis M. del Amo. El grupo 'Mamá Ladilla' llena de sana irreverencia los Teatros Luchana.

En Madrid la escena teatral bulle. Al ingente desarrollo de pequeñas salas alternativas, con programaciones ‘carrusel’ donde se suceden a lo largo de la semana decenas de espectáculos, se suman además otras opciones de diverso alcance. Una de ellas es los Teatros Luchana, donde ayer se estrenó ¡Arrea!, el primer musical punk-rock, según lo definen sus creadores.

Pero antes de referirnos a la obra, hablemos siquiera someramente de la sala. Los Teatros Luchana, que cuentan entre sus promotores con personajes de la cultura de muy diversa procedencia, como el cantante y actor Fran Perea, el actor y gestor de salas alternativas Jorge de las Heras o el empresario Ventura Gil, y que han invertido más de un millón de euros en reconvertir los antiguos cines Luchana, en el barrio de Chamberí, en un teatro. Un teatro magnífico, hay que decir; con cuatro salas modernas y bien equipadas, y un restaurante y diversos servicios muy apreciables.

Y viene a cuento esta introducción, no solo como pura información, sino también para entrar a analizar la obra que nos ocupa, ¡Arrea!. Y es que esta creación aparece también como un resultado de la creciente hibridación que muestra la escena madrileña. Pues surge a su vez de la colaboración de una productora, Tarambana Producciones, ligada a la muy prolífica sala alternativa carabanchelera, la Sala Tarambana, con la compañía Teatraco a las 12.

Punk y astracán

Dicho esto, hay que comenzar ahora a desmenuzar la obra. Efectivamente, ¡Arrea! tiene la forma de un musical punk. Una gamberrada en línea con el humor y la sátira que contienen revistas como El jueves o Mongolia. Y que se mezcla aquí con una decena de canciones de Mamá Ladilla, el conocido grupo de punk-rock, cuya actividad se remonta a 1994.

La propuesta, un musical punk, no deja de ser una magnífica idea que ahora encuentra acomodo en los Teatros Luchana, abiertos hace apenas dos años. No es, sin embargo, este un musical para todos los públicos como aquellos que se exhiben en la Gran Vía madrileña. Baste citar aquí el nombre de algunas de sus canciones – Hoy follo, Hijoputa o Chanquete ha muerto – para hacerse una idea de por dónde van los tiros de las canciones que componen una parte sustancial de esta obra escénica.

Pero no se piense que el disfrute queda limitado a los seguidores de la banda. No, no hace falta conocer una sola canción de los Mamá Ladilla para gozar de los irreverentes textos de las canciones o saborear el resto de los recursos de que se compone el musical.

Estructuralmente, como se ha dicho, la obra se compone de dos grandes zonas. Un concierto de Mamá Ladilla, por un lado. Y una trama cómica, por otro. Esta última parte – nunca sutil, siempre directa– cuenta las andanzas de un empresario corrupto que, al tiempo que esclaviza a sus empleados, organiza monterías y chanchullos diversos.

Un hilo argumental muy fino que pierde además presencia a medida que avanza la obra, y esta deja cada vez más espacio a las canciones del grupo punk. Además, entre escenas, una serie de vídeos suaviza las transiciones, y abre un frente más a la crítica mordaz, con su formato de falso informativo.

No podemos cerrar este comentario sin destacar el buen trabajo de los actores, Lourdes Martínez, Diego Pizarro y Erik Gatby –creador este último, además, de la obra- quienes interpretan con acierto sus personajes: la ingenua secretaria, el pelota ayudante, el empresario corrupto, y que se arrancan además a cantar diversos temas, junto a la banda.

Y, como no, de los miembros del grupo –Juan Abarca, Abel del Fresno y Sergio González Fernández– quienes permanecen todo el rato en escena, sobre una tarima, que solo abandonarán en ocasiones para evolucionar entre el público, como en el muy afortunado ‘solo’ del batería del grupo.

En definitiva, y resaltando además la gracia, no solo de algunas escenas – como aquel diálogo compuesta sin más vocal que la ‘e’ – sino también de esos vídeos intercalados – especialmente aquellos que hablan de la valla de Melilla, por un lado, y de las víctimas de violaciones –, una propuesta diferente, llena de humor directo y crítica mordaz, para un tiempo bullente.

Recomendable para los amantes de humor irreverente.

Todos los domingos, hasta el 4 de junio, en los Teatros Luchana.

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