Es preciso contemplar la prevención de riesgos laborales como una inversión

09/02/2018

Guillermo Soriano Tarín, de Aspa y Anepa. El reemplazo de especialistas es preocupante.

Más de 14.000 graduados en medicina se presentan al examen MIR 2018. Optan a ocupar una de las 6.513 plazas ofertadas, de las cuales sólo 63 serán para aquellos que se decanten por la especialidad de medicina del trabajo. Este reducido número de plazas evidencia el principal reto al que se enfrenta actualmente esta área médica: la satisfacción de la tasa de reposición de especialistas.

Es una realidad que existe un déficit muy importante de especialistas en medicina del trabajo en España, tal como ha sido denunciado desde hace años tanto por parte de las asociaciones científicas, la Comisión Nacional de la Especialidad, como por las propias empresas de titularidad pública o privada. Sin embargo, este fenómeno no es exclusivo de la especialidad de medicina del trabajo, también está afectando a otras especialidades médicas, y son igualmente diferentes las causas que han motivado esta situación. Cada año se jubilan muchos más médicos especialistas que la oferta de plazas de formación MIR, y en los próximos cinco años, con la jubilación de la denominada generación BB (baby boomers), nuestro sistema sanitario puede llegar a ser insostenible. A este fenómeno demográfico, se suma la fuga masiva de especialistas a otros países de la Unión Europea, países del Este o de Latinoamérica, y la especialidad de medicina del trabajo es sin duda una de las más afectadas por este fenómeno, siendo una de las de mayor demanda y prestigio profesional fuera de nuestras fronteras.

Otro hito importante fue la incorporación en el año 2003 de la medicina del trabajo al grupo II de especialidades de formación hospitalaria MIR, una medida que no vino acompañada de la necesaria financiación de esas plazas, similar al resto de especialidades, estando sujeta la oferta y la demanda de plazas a criterios economicistas, totalmente irracionales y discriminatorios frente al resto de especialidades. Este aspecto ha hecho mucho daño a la especialidad, y urge ponerle una solución inmediata. Existe además un desconocimiento por parte de los licenciados en medicina y cirugía sobre las bondades de nuestra especialidad, ya que durante la formación académica —salvo alguna excepción—, no se incluye una asignatura de medicina del trabajo en el currículo de pregrado.

El día a día de un especialista
El ejercicio de nuestra especialidad depende del ámbito donde se ejercite, que ya hemos comentado que resulta muy diverso. Nuestra finalidad última es incidir positivamente y lo más precozmente posible en los denominados determinantes de la salud, tanto de los trabajadores y las trabajadoras, como en la salud de las organizaciones o de la población laboral en su conjunto. En definitiva, mejorar la salud de las personas que trabajan y contribuir a la creación de organizaciones saludables que permitan a los trabajadores desarrollarse, alcanzar y poder utilizar plenamente todo su potencial.

Para ello, desde las unidades básicas sanitarias de los servicios de prevención —y en colaboración con los técnicos de prevención de riesgos laborales de las empresas—, se llevan a cabo actividades para el fomento de conductas de vida saludables. Asimismo, promovemos programas sanitarios frente a patologías prevalentes, participamos en la identificación y evaluación de riesgos, diseñamos actividades de vigilancia y control del estado de salud, diagnosticamos problemas de salud relacionados con el trabajo o proporcionamos asistencia médica necesaria para el diagnóstico, tratamiento y seguimiento de las enfermedades relacionadas con el trabajo o que pudieran verse agravadas por su desempeño. A estas funciones, se añaden según el ámbito de actuación, actividades de gestión y asesoramiento, de investigación o de formación y docencia.

Nuestra especialidad probablemente sea la más regulada, no sólo por parte de la administración sanitaria, sino también por la laboral. Hoy, con los ratios que exige la normativa, y para una población laboral de 18.000.000 de trabajadores y trabajadoras, el número de especialistas en medicina del trabajo activos estimado (cerca de 4.000) resulta totalmente insuficiente. Más aún, si tenemos en consideración que cada año se jubilan unos 400 especialistas mientras que la media de plazas de MIR ofertadas en cada convocatoria no supera las 60 (pese a que hay 159 plazas acreditas en las Unidades Docentes de toda España cada año), como consecuencia de la incierta financiación.

Se hace necesario convencer a los directivos y gestores de las empresas de que la prevención de riesgos laborales en general, y la medicina del trabajo en particular, no son un gasto, sino una inversión. Deben asumir que la realización de reconocimientos médicos no es un fin, sino el medio para llevar a cabo una adecuada vigilancia de la salud colectiva que permitirá llevar a cabo, a su vez, programas de intervención efectivos y eficaces en las empresas.

 

Guillermo Soriano Tarín es doctor en Medicina y especialista en medicina del trabajo.

Guillermo Soriano Tarín (en Twitter, @gsoriano59) es representante de Servicios de Prevención Ajenos (Federación Aspa y Asociación Anepa). Doctor en Medicina y Cirugía, especialista en Medicina del Trabajo e investigador en Salud Laboral, es actualmente coordinador nacional del área de Medicina del Trabajo, Wellness by Work, en SGS Tecnos (@SGS_SA).

 

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