Toda empresa tiene el deber y la obligación de pagar los impuestos relativos a las transacciones que realiza. Es importante que gestionen y planifiquen su tributación. No es una alternativa correcta, y por tanto válida, que una empresa apueste a no ser inspeccionada/descubierta. No informar adecuadamente a la Administración no es una alternativa aceptable. El riesgo de ser descubierto/inspeccionado no es susceptible de ser gestionado. Bajo estas premisas, Enrique Villanueva García, que es también consultor IFRS (principios contables generalmente aceptados en España) y experto en valoración de empresas, inicia su ponencia Modelo de gestión de riesgos fiscales. Basado en el modelo general de control interno COSO, consta de varias fases:

.- Diseñar la política de gestión de riesgos fiscales. Y hacerlo siempre en sintonía con la estrategia de la empresa y su perfil de riesgo.

.- Identificar y cuantificar los riesgos. Sólo así se puede planificar la respuesta más adecuada y establecer cuáles son asumibles y cuáles no.

.- Informar y comunicar. Con su conocimiento continuo de las operaciones, “la función fiscal debe tener un mayor papel en el negocio y contribuir de forma más intensa en la toma de decisiones”, subraya Villanueva García. Es preciso comunicar los riesgos a las partes interesadas dentro de la empresa.

.- Monitorizar el sistema. Mediante un proceso estructurado y continuo, se precisa monitorizar los resultados del riesgo. En este sentido, Villanueva García apunta que el control de procedimientos debe ser realizado por partes distintas de quienes los implementan. En empresas grandes lo lleva a cabo el departamento de auditoría interna, que elabora informes de cumplimiento del modelo.

Según asegura el profesor de la Complutense,  “todas las empresas han venido aplicando de una forma u otra un sistema de gestión de riesgos fiscales. Sin embargo, en los últimos años, debido a la mayor competencia y a la complejidad regulatoria se impone una gestión mucho más profesional de estos riesgos, que debe estar mucho personalizada y adaptada a las características de cada empresa”. En su opinión, “un modelo graduado a las necesidades de la empresa, un sistema eficiente de gestión de riesgos, incrementa su valor”. Y es que puede llegar a impedir que la empresa asuma “determinadas operaciones que aumentan la tasa de riesgo y disminuyen el valor de la compañía”, puntualiza.