Una de las piedras angulares para la mejora de la vida en las ciudades es hoy, más que nunca, la movilidad. O, mejor dicho, lo que han bautizado como la nueva movilidad, para referirnos a una amplia y diversa oferta integrada por modos de transportes, tanto públicos como privados, cuyo uso urge regular en beneficio de su correcto uso por parte de los ciudadanos y con el objetivo de generar otros beneficios tan esenciales como disminuir la contaminación atmosférica o la acústica.

Durante décadas se ha hablado de intermodalidad —transbordo entre distintos transportes—, pero la falta de entendimiento entre los modos de transportes de las distintas Administraciones, por un lado, y entre éstos y los operadores privados, por otro, han ralentizado la puesta en marcha de planes integrales de transporte urbano con proyección de futuro, incluso cuando existe desde hace tiempo una preocupación por encontrar soluciones para los núcleos urbanos más caóticos y contaminantes.

Hay que reconocer que la disponibilidad de medios tecnológicos para implementar soluciones de movilidad intermodal de vanguardia es relativamente reciente. Y también sabemos que si no solucionamos la movilidad para todas las ciudades no resolveremos el problema medioambiental, convertido en uno de los más acuciantes para la calidad de la vida urbana. Además de intentar paliar los altos costes económicos que suponen los miles de horas laborales perdidas en los atascos, junto con los costes de sanidad derivados del agravamiento de enfermedades respiratorias y cardiovasculares.

Los datos, estratégicos
Pero la tecnología al servicio de la movilidad es ya un hecho y, entre otras aportaciones ergonómicas, los nuevos desarrollos tecnológicos han facilitado realizar análisis fiables sobre la preeminencia de las distintas soluciones de movilidad existentes. Desarrollos tecnológicos que permiten conocer tanto los flujos de uso por zonas urbanas, como por segmentos horarios o perfiles demográficos y sociológicos. Una información estratégica, esencial a la hora de proyectar modelos eficientes de movilidad intermodal.

Parafraseando a Maria Tsavachidis, la ingeniera alemana de transportes que defiende un transporte público a la carta para mejorar la vida urbana, hoy la innovación en movilidad no se reduce sólo a las baterías del coche eléctrico o a los coches sin conductor. Porque la auténtica innovación se encuentra en desarrollar fórmulas de conexión entre la información que tiene el usuario y los distintos modos de transporte, para poder elegir de manera eficiente y sostenible.

En este contexto, los planificadores de rutas emergen como la solución inmediata más eficaz y eficiente. No sólo sirven para diseñar el trayecto a medida más beneficioso para el usuario, de acuerdo con sus gustos y preferencias de movilidad, sino que están diseñados para suministrar información sobre flujos de movilidad en tiempo real a las distintas Administraciones, encargadas de la gestión integral de la movilidad urbana.

En la movilidad urbana actual, los coches siguen siendo la mayor fuente de contaminación —un 40% del CO² de las ciudades europeas—, así como la causa de que un 50% del espacio público esté ocupado por carreteras en vez de por parques y zonas peatonales. En ese escenario, un objetivo fundamental de algunas de las más avanzadas ciudades europeas, como Berlín o Copenhague, es liberar en un 90% las calzadas urbanas. Y para lograrlo apuestan por la movilidad compartida y el transporte público intermodal, es decir, movilidad personalizada. Que cuando alguien llegue a la estación tenga a su disposición un patinete o un autobús, de tal manera que pueda combinar medios de transporte.

De Madrid Central a Madrid 360
En España, Madrid Central —reconvertido en Madrid 360 en poco más de un año—  está llamado a convertirse en referente también a nivel europeo. Sobre todo, si los responsables municipales logran definir un modelo consensuado con todas las fuerzas políticas presentes en el Ayuntamiento, porque sólo así se podrá poner en marcha un eficaz plan director con proyección de futuro.

Hoy día no se puede demonizar al coche como responsable absoluto de todos los males de la movilidad urbana, entre otras razones porque los nuevos desarrollos técnicos también apuestan por la calidad medioambiental. Otra cosa son los malos hábitos de uso o la contaminación acústica, por ejemplo, que pervive en muchos conductores, como metáfora de lo que en su día se dio en llamar “cultura del coche” para referirse al progreso económico. Por ello, lo importante es mejorar la cohesión del sistema de movilidad y aportar soluciones que faciliten el acceso a la amplia gama de posibilidades de movilidad actual que incluye desde los transportes públicos (bus, metro, tren, taxis…) hasta bicicletas, patinetes, coche compartido, etc.

La nueva movilidad ha llegado de manera algo accidentada pillando a las Administraciones con el paso cambiado, pero debemos ser conscientes de que es primordial crear una regulación flexible que permita que nuevas soluciones calen en esta realidad cambiante para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Dando cabida a todo tipo de propuestas, tendremos una vida urbana con una mayor calidad; será el reclamo más inmediato para atraer inversión y prosperidad a nuestras ciudades.

 

Guillermo Campoamor (en Twitter, @campoamor) es CEO de Meep (@BeMeeper), una aplicación gratuita —disponible para iOs y Android— que integra todo el transporte de una ciudad. Esta aplicación de movilidad urbana sostenible proporciona las rutas que mejor se adaptan a las preferencias del usuario, quien puede tener todas las opciones de transporte, incluso el compartido, en una única app, para planificar rutas múltiples. Así puede ahorrar tiempo y dinero, y contaminar menos.