Nombres

27/09/2011

diarioabierto.es.

Me llegan en estos días varios nombres, tan distintos, con connotaciones tan distintas que no me resisto a comentarlos. El primero es de un agente de bolsa londinense que hace unas declaraciones que ponen los pelos de punta. Analiza la situación económica mundial y entre otras lindezas augura que el euro se hundirá en breve y que éste es un momento maravilloso para enriquecerse, a costa de la ruina de otros.

Haciendo gala de un cinismo atroz dice, entre otras cosas: “A mí no me preocupa la crisis. Si veo una oportunidad para ganar dinero, voy a por ella”. Y más adelante: “Personalmente, he estado soñando con este momento desde hace tres años. Tengo que confesarlo, yo me voy a la cama cada noche soñando con una recesión, soñando con un momento como éste. Si sabes lo que hay que hacer, puedes ganar un montón de dinero”. Y dice algo que sabemos todos, pero con una crudeza terrible: “Este no es el momento de confiar en que los gobiernos van a arreglar las cosas. Ellos no gobiernan el mundo. Goldman Sachs gobierna el mundo”.

¿Cinismo o realismo? Terrible porque refleja lo que nos está pasando. Los gobiernos no gobiernan y lo único que queda es el egoísmo, el enriquecimiento personal, el sálvese quien pueda, la insolidaridad. Yo no sé si los gobiernos pueden hacer algo, si es que no hay manera de proclamar leyes antiespeculación. Pero aterra leer cosas como ésta.

Y en las antípodas, varios nombres: Jesús Redondo Abuín, Juan Moreno, Eduardo Saborido. Todos de CCOO. Hombres que se han dejado la piel y la vida (y no es metáfora) luchando por la justicia, por la solidaridad. Me vienen esos nombres porque han aparecido un par de libros de los que ellos son protagonistas y autores: Comisiones Obreras en la Dictadura, de Juan Moreno y La dictadura en la dictadura: detenidos, deportados y torturados en Andalucía durante el estado de excepción de 1969, de varios autores.

Libros para recordar, para la historia. Conozco a los tres. Los tres me honran con su amistad. Abuín es un viejo amigo, un luchador incansable que, a sus tantos años, sigue con la cabeza lúcida. Arrastra años de cárcel, de persecución, de torturas. Siempre generoso y abierto. Igual que Saborido, condenado en el 2001 (el que más penas acumuló). Igual que mi amigo Juan Moreno, toda una vida dedicada al sindicato, que ahora ha querido contar la historia que tanto parece molestar. La historia de una central y de una clase, la obrera.

Escribo de ellos, cada uno soñando todavía un mundo mejor, escribo de ellos y comparo sus vidas y sus aspiraciones con las del agente de bolsa londinense. Y veo que aún queda la esperanza.

Esa esperanza de las que nos hablaba Miguel Hernández. Libre de odios:

El odio se amortigua
detrás de la ventana.
Será la garra suave.
Dejadme la esperanza.

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4 pensamientos en “Nombres

  1. En esta época donde los gobernantes se olvidan de su pueblo, donde un especulador es admirado, o un premio nobel de la paz ordena cacerías. En estos tiempos lo único que nos queda es la esperanza y el saber que no estamos solos, que aun queda gente como Ud.

  2. Esto es algo así como «el que esté libre de culpa que tire la primera piedra»…que alguien se atreva a negar que «el cretino» no lleva razón que lo diga…
    Lo malo en lo que ha dicho es que lo dice dejando un mensaje atrás de «total, que no hagan nada porque no pueden hacer nada» y eso no es verdad.
    La segunda parte…y más terrible aún es que más allá de ver como la gente comenta entre sí…no se hace nada…el tío te tira la verdad a la cara y no genera un revuelo más allá de la palabra.
    Yo me pregunto el porqué de lo haya dicho públicamente…porque esta claro que no habla con autonomía y no sé que pasa por allí dentro que piensan que hasta da igual a cara lavada…
    Total, que un abrazo

  3. Ni siquiera la esperanza nos quieren dejar. En cuanto alguien contesta inmediatamente es un antisistema violento. Yo sigo pensando que Franco lo dejo todo atado y bien atado. La reforma simplemente fue una mano de barniz.

  4. La esperanza siempre queda, porque siempre queda gente buena, honrada, inteligente y luchadora, y creo que son muchos más de los que pensamos. No todo el mundo se deja engañar, ni por otros, ni por una conciencia ególatra. Hay gente que es más fuerte que eso y no se rinde; por mucho que los grandes medios intenten callar sus voces, que los vecinos no los quieran dejar hablar e, íncluso, haya quién les niegue pensar. Siempre queda la esperanza, porque siempre queda la lucha.

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