Wikipedia nos explica: “La teoría del cisne negro o teoría de los sucesos del cisne negro es una metáfora que describe un suceso sorpresivo (para el observador), de gran impacto socioeconómico y que, una vez pasado el hecho, se racionaliza por retrospección (haciendo que parezca predecible o explicable, y dando impresión de que se esperaba que ocurriera). Fue desarrollada por el filósofo e investigador libanés Nassim Taleb”.

Vosotros veréis si aceptáis o no el término para lo que nos ha pasado en 2020 y con la grave tormenta Filomena que nos ha regalado 2021, y de la que, todavía hoy, nos estamos recuperando. Sigo en casa sin poder salir por la nieve acumulada en las calles que rodean mi edificio.

Lo que a todos nos debe quedar claro es que nada volverá a ser igual. Y no lo será, ni en el entorno afectivo —habremos aprendido a prever contagios y seremos mucho más parcos en nuestras efusiones de cariño— ni en el de los negocios, ámbito este en el que, en los últimos nueve meses, hemos dado un salto cuántico hacia la digitalización. Las empresas que antes de la pandemia renqueaban lentamente hacia su transformación digital, han dado un salto de cinco años en muy pocos meses y experimentan ahora una aceleración constante.

El siglo XXI es ya una demostración de que el nuevo entorno es y continuará siendo caótico. Las estrategias a largo plazo deben estar centradas en objetivos con aspiraciones muy concretas, pero igualmente deben dar lugar a tácticas rápidas de cambio de dirección, cada vez que surjan sorpresas en nuestro entorno.

Eso requiere profesionales con talento para tomar decisiones inmediatas y ejecutarlas de manera rápida. Para lograrlo, eso sí, necesitan contar con sistemas informáticos flexibles, capaces de construir entornos de autoservicio y que puedan derivar gran parte del trabajo al propio cliente, tal y como hacen empresas como Google o Facebook, por citar las más conocidas.

Adiós a los silos
Alfonso Diez, fundador y CEO de Uground, dice siempre: “Las empresas modernas, de este siglo, deberán dejar de hablar de departamentos y centrarse en el desarrollo de procesos completos de negocio”. No podemos dividir nuestras empresas en silos y esperar que puedan tener la flexibilidad que hoy les pide su cliente. Además, en necesario diseñar sistemas informáticos que entiendan el negocio y se olviden de la tecnología que subyace, en aras de ganar velocidad y poder dar cambios y respuestas rápidas a los retos de cualquier cisne negro de algunos de los que nos esperan, me temo, en el 2021 y más allá.

Estos cambios no tendrán tan solo que ver con una pandemia —que espero no vuelva a ocurrir en muchos años—, sino con los saltos cuánticos que las tecnologías permitirán realizar en años sucesivos. Estamos hablando de nuevos materiales, de robótica, biotecnología, nanotecnología, medicina…

Benedict Evans dice algo sobrecogedor: “¿Qué pasa si, de repente, Google, Facebook o alguno de los gigantes de Internet convierte tu negocio es una prestación más de sus sistemas? En algunos casos compran un competidor que ha tenido la idea. Pero, en muchos más, simplemente desarrollan internamente una prestación que sustituye lo que para ti es tu negocio principal o, en algunos casos, único”.

Esto te puede pasar con Amazon o con la aparición de un nuevo material que haga obsoleto lo que tú vendes. También te puede ocurrir con un competidor desconocido que, desde la Polinesia francesa, comercializa un producto o servicio mejor que el tuyo y a un precio competitivo.

Si no estamos preparados para este cambio constante, poco a poco nuestro negocio se irá a pique. Y muchas de las grandes empresas que no han reaccionado a este nuevo siglo, lo pagarán con su cuenta de resultados.

¡Ah, me olvidaba del Talento! Ha pasado el tiempo en el que éramos nosotros los que le decíamos a los profesionales con talento qué tenían que hacer. Ahora, el Talento escoge donde ir. Y si no somos atractivos como empresa, no conseguiremos atraer a esas personas a nuestras organizaciones para poder competir.

Rodolfo Carpintier (en Twitter, @RCarpintier) es un inversor y emprendedor en serie. Su último proyecto de negocio dio lugar a la creación, en 2014, de la firma de consultoría Cardom Digital SL. Especializada en negocios digitales, la misión de esta consultora es orientar a sus clientes en la obtención de sus objetivos específicos de negocio. Esta firma está especializada en la mejora de modelos de negocio online, la reconversión de negocios tradicionales al mundo del Siglo XXI, la internacionalización y la creación de modelos muy escalables. Carpintier impartió el 12 de enero un webinar titulado Nuevos modelos de negocio del siglo XXI en Spain Business School.