El deseo confesable de Vargas Llosa al cumplir 85 años

29/03/2021

Carmen Duerto.

El escritor peruano, Marío Vargas Llosa, ha cumplido los 85 años este domingo 28 de marzo. Confinado en Madrid y con un día de sol radiante, la reducida celebración no puede ser más emotiva. Si el fin de semana anterior asistía a la misa celebración por los 60 años de sacerdocio del padre Ángel, acompañado por Isabel Preysler, en el exterior del Colegio de Arquitectos de Madrid. Para celebrar sus 85 años, no habrá misa con la imagen de la Santina, como la del padre Ángel, pero también es en el exterior ajardinado y con las medidas de aforos reducidos para la familia y poco más.

María Vargas Llosa tenía 19 años cuando se casó con su tía Julia Urquidi, relación que después de los nueve años que duró el matrimonio, ambos dejaron por escrito. Marío se desahogó con “La tía Julia y el escribidor” y ella replicándole con “Lo que Varguitas no dijo”. La relación acabó sin el final feliz de las novelas, cuando la sobrina de la tía Julia y a su vez prima de Mario, Patricia Llosa, pasa de relación familiar a carnal.

Enseguida se casan y nacen sus tres hijos y un Premio Nobel de Literatura. Entre Perú, Madrid y Nueva York transcurrían los días del aparente estable matrimonio. Justo cuando celebran las bodas de oro, Patricia es consciente de que la historia se repite, pero en esta ocasión, era ella a la que Mario aparta de su vida. Isabel Preysler ha pasado de ser una vieja conocida, desde hace treinta años, a ponerle nombre a la felicidad de su marido. “Por fin he sabido que la palabra felicidad tiene nombre y apellidos; Isabel Preysler”. Y si por Vargas Llosa fuera, ya estarían casados, “como Dios manda”. Varías veces me lo ha recordado la propia Isabel, “lo de casarnos es más una cosa de Mario, por sus creencias (es católico) y costumbres. Yo no necesito casarme, de hecho siempre han sido mis maridos los que han insistido en casarse. Estamos muy bien así”. Desde el primer cumpleaños que celebraron juntos y que fue multitudinario, el de los 80 años del premio Nobel en el hotel Villamagna de Madrid, donde Mario recibía lo que mas ilusión le podía hacer, un perro y reunir amigos de medio mundo, hasta el del domingo 28 de marzo, al que se apuntó su hijo Alvaro, el único que mantiene una relación fluida con el padre.

Juntos han pasado cinco años fabulosos que han exprimido al máximo, conscientes de que el tiempo es oro. Isabel es muy hogareña, pero su pareja la ha vinculado a su apretada agenda social y han tenido meses de casi no pisar la confortable vivienda de Preysler en Madrid. Hasta que llegó la pandemia, donde los paseos y alguna salida puntual han sido los eventos más celebrados. Vargas Llosa lleva cinco años disfrutando de la familia Preysler, donde ha sido acogido con un afecto que por parte de los Vargas Llosa no han tenido con Isabel. Hechos circunstanciales que hacen que Mario valore más la forma de ser de su pareja. Cinco hijos de tres padres que son una piña entre ellos y con las nuevas relaciones de su madre. Son felices y de ahí que el segundo cumpleaños que pasan confinados en Madrid, den gracias por celebrarlos juntos y con salud.

Ahora están a la espera de la deseada inmunidad de la vacuna. Su hija Ana Boyer, que vive en Doha, y lleva vacunada dos meses y les dijo que viajasen al pequeño emirato, que allí se la administraban. Prefieren esperar su turno en España. Y esta vez, el regalo sí que lo tienen claro los dos, la dosis de pfizer con la ansiada inmunidad, sí que sería un regalazo para ambos.

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