El conflicto bélico en el mismo umbral de la Unión Europea ha tenido una consecuencia económica inmediata: una escalada de precios progresiva. El índice de precios de consumo (IPC) se ha situado en cotas desconocidas, alcanzando la tasa anual un 9,8% durante el mes de marzo, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). La población en España está sufriendo la inflación más alta desde mayo de 1985.

Alimentos, vivienda, servicios, suministros, energía, petróleo… La subida de precios ha sido insólita y generalizada. Los carburantes están sobrepasando todos los límites y el consumo se ha reducido. Numerosos ciudadanos han dejado de utilizar el coche en sus desplazamientos. Lo peor es que el Banco de España estima que las subidas continuarán todo el año.

Ante esta situación, las empresas que habían vuelto al trabajo presencial están dando marcha atrás y recurriendo de nuevo al teletrabajo. Su objetivo no sólo es ahorrar costes sino también tratar de aliviar la economía de sus empleados. Según asegura Joan Pons, fundador  CEO de Workmeter, empresa pionera en la medición automática de tiempos y cargas de trabajo en dispositivos tecnológicos, “las organizaciones que menos están notando los efectos de la aplastante inflación son las que eligieron mantener el trabajo a distancia introducido durante la Covid-19”.

Al finalizar el confinamiento, la amplia mayoría de profesionales que se habían iniciado en el teletrabajo era partidaria de prolongar esta modalidad. Sin embargo, a primeros de este año, el Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (ONTSI) confirmaba en un estudio que más de un 8% de los ocupados en España teletrabajaban. Esta cifra incluía a los profesionales que trabajaban a distancia más de la mitad de la semana laboral. Aunque casi un 80% de los trabajadores prefería un modelo híbrido, acudiendo al menos tres días a la oficina.

Es una realidad, el trabajo en remoto conviene a todas las partes. De hecho, el propio Gobierno también está acelerando la ampliación del teletrabajo en el funcionariado, para llegar hasta tres días por semana, comprobadas las ventajas para las arcas públicas del sistema a distancia. Los beneficios de trabajar a distancia aumentan a medida que se amplía. Los más inmediatos son:

♦ Elimina gastos al empleado. Los teletrabajadores pueden llegar a ahorrar una media de entre 2.000 y 4000 euros anuales en gasolina.  A esta cifra hay que añadirle la de los gastos de comidas, cafés, aperitivos…

♦ Reduce gastos empresariales. La empresa o empleador reduce gastos en suministros como electricidad, mantenimiento, alquileres, seguros, limpieza, gestión… La media de ahorro estimado por WorkMeter oscila entre 1.000 y 5.000 euros por empleado.

♦ Frena la contaminación. Se reduce la emisión de humos y se mejora el tráfico en las ciudades, lo que implica también minimizar el ruido.

♦ Elimina las distracciones y pérdidas de tiempo. Estas pueden estar causadas por otros colegas o por las continuas reuniones. El trabajo a distancia requiere una coordinación de agendas y planificación de encuentros más exhaustivas. Los tiempos se respetan mucho más que en la actividad presencial.

♦ Mejora la concentración de los profesionales. Los empleados aprovechan mejor su tiempo gracias también a las herramientas tecnológicas de gestión, imprescindibles para desarrollar los proyectos en colaboración con el equipo.

♦ Rebaja el estrés. Tanto el causado por la movilidad, como el derivado de la falta de tiempo. Y ello, especialmente, en los profesionales con más carga de trabajo. El tiempo que antes se empleaba en desplazamientos se puede dedicar a mejorar la conciliación personal y familiar, descansar, realizar deporte… Todo ello mejora la salud física y mental

♦ Aumenta la productividad. La mayoría de los teletrabajadores confirman que optimizan más su jornada, siempre que cuenten con los sistemas informáticos necesarios para realizar sus tareas. Además, gestionan y adaptan su jornada dentro de un modelo flexible que se basa en objetivos y no en horarios

♦ Mejora la satisfacción del empleado. Y como consecuencia, aumenta su implicación con la empresa y se reduce el absentismo.

♦ Potencia el employer branding. Una empresa que cuida el bienestar del empleado mejora su reputación, atrae talento a la organización y se convierte en deseada por otros candidatos y solicitantes de empleo. En definitiva, si el teletrabajo forma parte de la propuesta de valor de una empresa, esta verá crecer su reputación como empleadora.

 

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