Derecho a estar en huelga de sonrisas

15/12/2011

María Antonia Rivilla, directiva
de CESMA Escuela de Negocios.
Parece que vivimos en una época, y no me refiero solo a la Navidad, en la que es una obligación estar felices, en la que es un pecado estar triste. Si estas triste por algo, rápidamente le tienes que poner remedio, te vas al cine, de vacaciones, te compras un libro de autoayuda, o te tomas una pastilla, si si, de esas de la felicidad.

Todo el mundo te dice “pues tómate un lexatin”. Yo no se tú, pero yo no quiero ser un zombi, no quiero tener mi alma anestesiada, o a ti , el lexatin ¿qué te produce? No es  ¿como cuando vas al dentista? No te duele, pero no hablas bien, no comes bien, ¿eso te gusta?. Yo quiero reír, llorar, sentir… Por supuesto que estar alegre es la mejor sensación que se puede tener en la vida, pero cuando es una felicidad auténtica, no de cara a la galería. Si no está sustentada en una realidad, nuestra realidad, la caída puede ser espantosa: angustia, depresión, ansiedad… No solo nos imponen ser felices, sino que nos dicen cómo conseguirlo, con dinero, consumo, belleza, juventud…

Si lo tienes todo, ¿cómo vas a estar triste?, “a ti te hace falta una pastilla de la felicidad”. La vida es de múltiples colores, y yo creo que cuando no se sufre con los oscuros, tampoco se disfruta de los claros. Sin la lluvia no existe el arco iris, tengo derecho a no verlo todo de color de rosa.

Yo creo que hay que sentir todas las emociones, vivimos en una sociedad en la que lo correcto es estar totalmente bajo autocontrol, hay que ser emocionalmente estable, ¿lo eres realmente? El agua purifica, ¿y qué son las lagrimas?, yo quiero reivindicar el derecho a llorar, a sentir; si estoy triste, pues lo estoy. No soy débil, y si lo soy , ¿qué?

Has pensado que quizás no la dejamos vivir porque le tenemos miedo. Sí, sí, a la tristeza, piénsalo. La tristeza hace que quieras estar solo. ¿Y sabes estar a solas contigo mismo? Creo que la única forma de que las penas no se acumulen es sentirlas, sufrirlas, creo que en caso contrario se van acumulando y con el tiempo te desbordan ¿no puede ser que te hayas llenado de penas no sufridas?

Vivimos tan deprisa que no tenemos tiempo ni de sufrir, perdemos a un familiar querido y al día siguiente tenemos que seguir con nuestra vida como si no pasara nada, ¿cómo que no pasa nada? Antes la gente se ponía de luto, no reivindico esto, pero creo que podía ser una forma de mostrarle a los demás que estábamos tristes y nos respetaran en nuestro dolor, en nuestro derecho.

Pastilla de la felicidad

Creo que la tristeza hay que vivirla, sobreponerse y volver con más fuerza. No me  gusta dar consejos, pero creo que cuando se esta triste hay que pararse un poco, y sentirnos, escucharnos, ya seé que todo el mundo dice lo contrario: sal… diviértete… vete de compras… no pienses… tómate una pastilla de la felicidad. Creo que es mejor pararse y, eso sí, pensar en todo lo bueno que tenemos, que seguro es mucho, para intentar que la herida cicatrice cuanto antes.

Te has dado cuenta de qué pronto pasan los niños del estado de tristeza al de alegría, ¿no será porque viven las emociones? No estoy dispuesta a estar triste por un acontecimiento desgraciado, la muerte de un familiar, la enfermedad de un amigo o simplemente el quebranto de un sueño, de una ilusión, y al mismo tiempo tener que fingir estar dichosa y feliz.

Estar triste no esta de moda, no esta bien visto. ¿Cómo estas? “Bien, gracias”, no se te ocurra decir otra cosa o eres un mal educado o, a lo sumo: “Bien, tirando”. Todos tenemos momentos buenos y malos y debemos vivirlos ambos, no podemos huir de nuestros sentimientos, de ninguno, antes o después nos alcanzarán.

Como se suele decir “no existe la felicidad sino momentos felices”. De la misma forma “no existe la tristeza sino momentos tristes”. Siente tu tristeza y vacíate para que cuando llegue la alegría, que llegará, la puedas disfrutar al 100%.

Me gustaría terminar con algo que un día leí, decía algo así como “que la tristeza de hoy sea tu maestro y no tu verdugo del mañana”. Demasiadas depresiones, angustias, salidas de la normalidad por parte de personas normales. No será que de tanto fingir ya no nos conocemos. No será que nos pasamos la vida acumulando cosas que luego tememos perder. No será que mucha tristeza no debería de serlo, ¿somos tan duros psicológicamente como nos creemos? O ¿estamos anestesiados?

Aprende de cada momento triste que tienes, tómate un café contigo mismo de vez en cuando, escúchate, llora, límpiate y vuelve a empezar. Disfruta del Presente, que por algo tiene nombre de regalo, y no sufras inútilmente, pero tampoco te autoengañes con una felicidad irreal, material, busca tu auténtica felicidad, que cuando te mires al espejo (interior) te reconozcas y te gustes.

María Antonia Rivilla es directora de Planificación y Desarrollo de Negocio en CESMA Escuela de Negocios.

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