La inesperada muerte del duque de Sevilla
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Francisco de Borbón y Escasany
(Captura de pantalla Hola)[/caption] Esta mañana recibía un mensaje del duque de Sevilla, en el chat que mantenía con él. Lo vi en negrita, pero no lo abrí en ese momento. Una hora más tarde, cuando comienzo la rutina diaria de contestarlos, cuál no sería mi sorpresa que leo el siguiente mensaje; “Con inmensa pena os comunico que esta noche ha fallecido en Madrid nuestro padre Francisco de Borbón y Escasany. Gracias a Dios pudimos estar con él hasta el último momento. Mañana miércoles a partir de las 12:00 h. estaremos en el Tanatorio de San Isidro y a las 18:00 h. se celebrará allí mismo una Misa por su alma. El entierro será el jueves a las 12:00 en cementerio de la Sacramental de San Justo. It is with great sorrow that we must comunícate that our dear father Francisco de Borbon passed away tonight surrounded by the people he loved. Tomorrow, Wednesday 21st of May he will be mourned from 12:00 in Tanatorio San Isidro in Madrid following a mass at 18:00. He will be buried the next day at 12:00 in the Sacramental cemetery San Justo”. Apenas con once días de diferencia se han ido los dos hermanos, entonces, el duque de Sevilla me reconocía, al darle el pésame por la muerte de su hermano Alfonso “gracias, Carmen, al menos ahora descansa en paz”. Sin embargo, que yo supiese, el duque de Sevilla se encontraba bien de salud o al menos eso me dijo. Sí es verdad que tenía dificultad para oír por un lado porque había sido muy cazador, como su primo el rey Juan Carlos, y había perdido audición, pero por lo demás, se encontraba bien y feliz. Pasaba la mayor parte del tiempo en Madrid para estar cerca de su hija Olivia, se adoraban, y de sus nietos. Si el duque de Sevilla, al igual que le pasaba al marqués de Griñón, podía sorprender en un primer encuentro, era por su vasta cultura, educación y hablar pausado. ¿Cuántos libros habrá leído? Vivía rodeado por ellos. Luego ya te ibas acostumbrando y le tenías como si fuera el Discorides o la Espasa, un hombre que sabía de muchas disciplinas y que por encima de todo amaba el campo, las buenas costumbres, la discreción y la vida. Le apenaba la situación en la que vivía su primo, el rey Emérito, con el que compartió buenos ratos, especialmente en su juventud. No quería verle morir fuera de España y ese trance, desde luego, no lo presenciará porque se ha ido, en paz, a los 81 años.

(Captura de pantalla Hola)[/caption] Esta mañana recibía un mensaje del duque de Sevilla, en el chat que mantenía con él. Lo vi en negrita, pero no lo abrí en ese momento. Una hora más tarde, cuando comienzo la rutina diaria de contestarlos, cuál no sería mi sorpresa que leo el siguiente mensaje; “Con inmensa pena os comunico que esta noche ha fallecido en Madrid nuestro padre Francisco de Borbón y Escasany. Gracias a Dios pudimos estar con él hasta el último momento. Mañana miércoles a partir de las 12:00 h. estaremos en el Tanatorio de San Isidro y a las 18:00 h. se celebrará allí mismo una Misa por su alma. El entierro será el jueves a las 12:00 en cementerio de la Sacramental de San Justo. It is with great sorrow that we must comunícate that our dear father Francisco de Borbon passed away tonight surrounded by the people he loved. Tomorrow, Wednesday 21st of May he will be mourned from 12:00 in Tanatorio San Isidro in Madrid following a mass at 18:00. He will be buried the next day at 12:00 in the Sacramental cemetery San Justo”. Apenas con once días de diferencia se han ido los dos hermanos, entonces, el duque de Sevilla me reconocía, al darle el pésame por la muerte de su hermano Alfonso “gracias, Carmen, al menos ahora descansa en paz”. Sin embargo, que yo supiese, el duque de Sevilla se encontraba bien de salud o al menos eso me dijo. Sí es verdad que tenía dificultad para oír por un lado porque había sido muy cazador, como su primo el rey Juan Carlos, y había perdido audición, pero por lo demás, se encontraba bien y feliz. Pasaba la mayor parte del tiempo en Madrid para estar cerca de su hija Olivia, se adoraban, y de sus nietos. Si el duque de Sevilla, al igual que le pasaba al marqués de Griñón, podía sorprender en un primer encuentro, era por su vasta cultura, educación y hablar pausado. ¿Cuántos libros habrá leído? Vivía rodeado por ellos. Luego ya te ibas acostumbrando y le tenías como si fuera el Discorides o la Espasa, un hombre que sabía de muchas disciplinas y que por encima de todo amaba el campo, las buenas costumbres, la discreción y la vida. Le apenaba la situación en la que vivía su primo, el rey Emérito, con el que compartió buenos ratos, especialmente en su juventud. No quería verle morir fuera de España y ese trance, desde luego, no lo presenciará porque se ha ido, en paz, a los 81 años.