“Quien esté libre de pecado…”

01:09h

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El histórico presidente del PP al ser preguntado por uno de los numerosos casos de corrupción que han afectado a su partido ironizó que si hasta a Jesucristo le había un Judas, “cómo no nos podía pasar a nosotros”.
Históricamente, la corrupción ha protagonizado buena parte de la historia del país desde hace siglos (baste recordar los gobiernos del siglo XIX, por no hablar de los ocurridos en el franquismo, por no ir más atrás) y ha afectado a todos los partidos que han tocado poder. Es verdad que los votantes de las formaciones de derechas perdonan con facilidad estas prácticas mientras que los votantes de izquierdas pretenden que sus políticos no sean sólo un ejemplo de honestidad, sino que además lo parezcan.
En muchos países europeos cuando aflora un caso de mal uso de los fondos públicos la dimisión es inmediata sin esperar la sentencia de los tribunales. En España la presunción de inocencia está tan protegida que permite que los casos se eternicen hasta que los tribunales dicten sentencia y mientras tanto pueden seguir ejerciendo sus cargos proclamando su inocencia mientras sus abogados inundan a los juzgados de recursos e impugnaciones para retrasar el juicio (presuponiendo, que ya es mucho presuponer, la imparcialidad de algunos jueces en especia algunos sobreseimientos de causas altamente sospechosos).
Por otra parte, hay que recordar que en estos delitos tan responsable es el corruptor como el corrompido y en un país que el tráfico de influencias está más que extendido (por no citar el palco del Bernabeu).
Claro que en un país en el que el rey emérito no es un ejemplo de honestidad otros muchos le imitan con mayor o menor fortuna y el pago de comisiones por concesiones parece que está más que extendido, la diferencia es si el fruto de la comisión va a las arcas del partido o a bolsillos poco honorables. Curiosamente, según sea el signo político de la entidad que los licita van a parar en muchos casos a unas empresas o a otras (tiempo habrá para hablar de quien se ha beneficiado las obras para reconstruir Valencia).
Ahora estamos en pleno escándalo, sin embargo, el problema es sistemático, como dijo en su día Pasqual Maragall “aquí no hi ha un pam de net” (“aquí no hay trigo limpio” en traducción libre).
Ahora todos nos escandalizamos, pero recogiendo el mensaje evangélico “quien esté libre de pecado que tire la primera piedra” pero preferimos rasgarnos las vestiduras.