El disputado Nobel de la paz
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El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump “el pacificador” ha confesado su aspiración que el comité noruego del Nobel le otorgue el premio Nobel de la Paz por su promesa electoral de acabar en cuestión de días los conflictos de Oriente Medio y de Ucrania, añadiendo que su intención en su segundo mandato los Estados Unidos no participen en ninguna guerra.
En el caso del inquilino de la Casa Blanca no hizo promesas sobre los derechos humanos, por ello otro aspirante a obtener tan preciado y prestigioso galardón ha puesto especial interés en destacar sus proclamas humanitarias. Aunque nunca ha mostrado públicamente su interés por este premio, sus recientes palabras condenando la destrucción por artefactos iraníes que han destruido un hospital en la ciudad israelí de Beer Sheva hace sospechar que no tienen otro significado que llamar la atención a la academia noruega con sus declaraciones humanitarias.
La condena que hizo el gobierno de Netanyahu de este ataque, calificándole de “crimen de guerra” y acusando a los iraníes de violar los tratados internacionales que prohíben expresamente en los conflictos armados atacar a la población civil, escuelas y centros sanitarios, así como el respeto a las organizaciones humanitarias que trabajan en la zona de conflicto. Mientras, los ciudadanos israelíes ya se van acostumbrando al toque de las sirenas que les anuncian nuevos bombardeos y que les obligan a protegerse en los refugios para evitar males mayores.
No sé si los noruegos tomarán en consideración los méritos de ambos candidatos, uno aspirante confeso y el otro, quizás por modestia, oculta sus aspiraciones de momento, sus méritos de los dos son más que públicos. Y no sería la primera vez que dos personas comparten un mismo Nobel.