
¿Alguna vez te has parado a pensar cuántos correos dejas sin abrir cada día? Seguro que sí. Hoy en día, destacar en una bandeja de entrada es casi un acto de magia: se necesita intuición, buen timing y, sobre todo, una dosis generosa de empatía. En este 2025, donde todo el mundo está saturado de notificaciones y ofertas, llamar la atención ya no va de trucos baratos ni de fórmulas recicladas. Va de afinar el oído, mirar más allá del clic y entender que quien está al otro lado es una persona real, con intereses, prisas y emociones. Por eso las
estrategias de email marketing que funcionan ya no giran en torno a algoritmos, sino a conexiones humanas auténticas.
Piensa como un lector, no como un vendedor
Antes de escribir cualquier cosa, haz una pausa y ponte en la piel de quien va a recibir el mensaje. Pregúntate con total honestidad… ¿lo abrirías? Porque si no lo harías tú, probablemente tampoco lo hará quien lo reciba. Muchas veces nos dejamos llevar por lo que creemos que funciona, como
los emojis en el asunto o los descuentos urgentes, pero olvidamos lo esencial: conectar. Y conectar significa despertar curiosidad, hacer sentir que detrás del mensaje hay una persona real que sabe lo que necesita quien lo lee, o al menos se preocupa por descubrirlo.
Un buen asunto no es opcional, es imprescindible
Aunque suene a cliché, el asunto sigue siendo ese filtro que decide si tu mensaje vive o muere. Pero ojo, no necesitas que parezca escrito por un publicista enloquecido. A veces basta con ser directo y honesto, otras veces con apelar a algo emocional o incluso hacer una pregunta que no puedan ignorar. Lo que no funciona es sonar genérico, repetitivo o demasiado promocional.
Segmenta mejor y deja de disparar al aire
No tiene sentido enviar el mismo mensaje a toda tu lista esperando que "algo funcione". Lo más eficaz es empezar por dividir a tus contactos de manera inteligente. No basta con filtrar por edad o género; lo que marca la diferencia es segmentar según intereses reales, hábitos, nivel de engagement. Cuando alguien siente que ese mensaje está hecho para él, aumenta de forma natural la probabilidad de que lo abra. Es hora de dejar de ver estadísticas y empezar a ver personas.
La línea previa también cuenta (y mucho)
Aunque suele pasar desapercibida, esa pequeña frase que aparece justo debajo del asunto en la bandeja de entrada tiene más poder del que parece. No repitas lo mismo que ya pusiste en el asunto, aprovéchala para complementar el mensaje, lanzar un guiño, o reforzar la promesa que hiciste. Es una línea extra de persuasión, y muchas veces es lo que termina de convencer a alguien de hacer clic.
Automatiza, pero no te olvides de la humanidad
Está muy bien programar envíos, usar flujos inteligentes y dejar que las herramientas hagan su trabajo. Pero eso no significa que debas escribir como un robot. Aunque la automatización te ahorre tiempo, el contenido sigue necesitando
ese toque humano, esa cercanía que hace que el lector sienta que el mensaje fue pensado para él, en ese momento concreto. Porque al final, por muy buena que sea tu tecnología, si no hay alma en el mensaje, no hay apertura posible.