2 de mayo, Día Internacional contra el Acoso Escolar
Amalgama7 recuerda que el que presencia un episodio de acoso tiene el poder de eliminarlo o aumentarlo
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El próximo domingo día 2 de mayo se celebra el Día Internacional contra el Acoso Escolar, una lacra social que sigue más vigente que nunca, especialmente desde la aparición del ciberbullying. En España, según datos extraídos de un estudio realizado en noviembre de 2019 en la web, uno de cada cinco niños son víctimas de bullying y(/o ciberbullying y solo el 15% decide contarlo a sus padres o profesores. Y lo que es realmente alarmante, 8 de cada 10 adolescentes han sido espectadores de algún episodio de acoso.
Amalgama7, entidad especializada en la atención terapéutica y educativa para adolescentes, jóvenes y sus familias, quiere centrar este año la atención en el papel del espectador del acoso, una figura clave en el entramado del bullying, cuya actuación puede aumentar, si se convierte en reforzador o colaborador, o aminorar el acoso, si opta por una posición de defensa ante la víctima.
Se debe considerar que cuando el acoso se produce en un pueblo o barrio afecta a toda la vida de la víctima, porque todos los espacios están relacionados entre ellos. El bullying o ciberbullying no es sólo una agresión generada por un menor contra otro. El grupo tendría un papel fundamental. Las personas pertenecientes al grupo podrán participar en el mismo, asumiendo un rol de observador, de testimonio pasivo o activo, de colaborador o incitador en el maltrato. Estos roles no son excluyentes entre ellos, ni tampoco estáticos en el tiempo. En Amalgama7 hemos atendido a chicos y chicas que, en un tiempo y contexto determinado, han sido víctimas de maltrato y, posteriormente, se han convertido en observadores activos de otro maltrato o incluso en agresores.
Para darse un episodio de bullying o ciberbullying existen, como mínimo, tres características:
¿Qué papel tiene el espectador en un capítulo de agresión entre un acosador y su víctima?
Los participantes de toda situación de acoso son tres: los acosadores, la víctima y los espectadores. Se trata del denominado ‘Triángulo del Bullying’. En uno de los vértices, están posicionados los espectadores, estos tienen tres formas posibles de acción: activa agresiva, en la cual apoyan al acosador y se convierten en sus cómplices (animan, graban la agresiones…); pasiva, donde optan por no entrometerse en esta situación de acoso a pesar de ser conscientes de lo que sucede -esta opción puede darse por indiferencia o por miedo a convertirse en víctimas si deciden actuar; y por último, activa defensiva, que es en la única posición donde se ayuda a la víctima –en este caso, los espectadores optan por ayudarla, ya sea enfrentándose al agresor o pidiendo ayuda en su nombre. Ante una situación de acoso es muy probable que nos encontremos con un observador o con varios observadores. Los observadores serán fundamentales para que la agresión termine o, por el contrario, se perpetúe. Si el espectador adopta un rol de defensa de la víctima, si no le ríen las gracias al opresor, éste tenderá a disminuir su comportamiento de agresión hasta extinguirlo. Si el espectador o espectadores adoptan un rol de colaboración o de refuerzo del opresor, la agresión se perpetuará y muy probablemente se incrementará progresivamente. El opresor se reitera más fuerte, más reforzado. Cuando se siente más reforzado, se vendrá arriba, con lo que se incrementará un trato humillante hacia la víctima. Muchos espectadores tienden a reforzar al agresor porque de esta forma, y gracias a la ley del silencio, evitan que se concentren en ellos y convertirse ellos mismos en víctimas. En el fondo, es un comportamiento de autodefensa. En este sentido, los programas de prevención de bullying y cyberbullying tienen que tener muy en cuenta que los observadores acaban jugando un papel clave en el esquema de la agresión.
- la primera, que sea una agresión repetida en el tiempo;
- la segunda, que exista un desequilibrio de poder que provoque que la víctima no pueda defenderse,
- y por último, que haya una intencionalidad de hacer daño por parte del agresor.