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(Imagen: Observatorio de la Política China)[/caption]
La decisión del presidente de Estados Unidos Donald Trump de iniciar unilateralmente una nueva etapa en las relaciones comerciales internacionales con el sistema arancelario aprobado el pasado 2 de abril, significará, si se consolida, el fin de la segunda globalización, tal como se conocía hasta ahora. En tales condiciones, la capacidad negociadora dependerá de la fuerza y la autonomía estratégica de cada país o bloque de países en el caso de la Unión Europea. Por ese motivo, Europa no puede permitirse en este momento afrontar sus desafíos con desunión.
Europa debe hacer valer la fuerza de su gran mercado y, al mismo tiempo, recuperar su capacidad de crecimiento económico para competir cuanto antes en pie de igualdad con los dos países líderes en las nuevas tecnologías que están cambiando el mundo, Estados Unidos y China. Para conseguirlo, debe terminar con la fragmentación de sus propios mercados de bienes y servicios, que arrastran un cúmulo de regulaciones tal que frena el dinamismo y la competitividad empresarial. En la Unión está la respuesta.
Como miembro de la Unión Europea, España comparte los mencionados desafíos, pero tiene también sus propios problemas que debe solucionar. En particular, debe conseguir que el crecimiento se apoye en incrementos de la productividad, unificar de verdad el mercado nacional, reducir los niveles de desempleo, que siguen doblando a los europeos, y alcanzar el equilibrio de las cuentas públicas para que la deuda pública inicie una senda seria de descenso.
Sobre estas líneas maestras, el Círculo Cívico de Opinión ofrece en
Posiciones los elementos de reflexión que debieran guiar una respuesta eficaz de Europa —y de España— ante los desafíos que impone a la economía el nuevo escenario geopolítico.
En un profundo documento de análisis de 20 páginas, el Círculo Cívico de Opinión parte del problema ocasionado por la subida arancelaria impuesta por Trump. "La decisión norteamericana carece de argumentos técnicos y, por lo tanto, resulta ser estrictamente política. Se trata de un intento de dinamitar el sistema de relaciones económicas internacionales, obligando a un proceso negociador que alumbre uno nuevo, obviamente más favorable a sus intereses. El problema es que los plazos fijados son ridículos, cuando se intenta reorientar la entera economía internacional".
El problema de fondo son las dificultades financieras de Estados Unidos y la búsqueda de vías para superarlas, aprovechando la posición de dominio que le da la amplia utilización del dólar en la economía internacional.
El informe del Círculo Cívico hace referencia al “Manual de instrucciones para reestructurar el sistema de comercio global”, que permite entender una de las razones
que hay en el trasfondo del movimiento arancelario. Fue redactado en noviembre de 2024 por Stephen Miran, nombrado por Trump presidente del Consejo de Asesores
Económicos del Presidente. Uno de los ejes es entender que por el déficit comercial de Estados Unidos se debería depreciar el dólar y restaurar la competitividad de la economía americana. Sin embargo, depende del uso que los demás países hacen de la moneda estadounidense, lo que condena al país a tener un continuo déficit comercial.
El informe del Círculo Cívico se pregunta si sería posible alcanzar un acuerdo monetario, y la solución pasaría por revalorizar las otras monedas para hacer más competitivo el dólar. Pero hay problemas, porque Europa tiene escasas reservas de dólares y China quizá no sea fácil de convencer. La salida que propone Moran, por tanto, son políticas monetarias unilaterales, como un impuesto para extranjeros a los rendimientos de los Bonos americanos o emitir deuda a cien años que comprarían quienes utilizan el dólar como reserva.
La respuesta que cada país diera a las propuestas norteamericanas permitiría
rehacer la lista de amigos, enemigos y neutrales, dando por supuesto que China
encabeza la lista de enemigos y quienes se alíen con ella ocuparán la misma
posición. Esto llevaría al sistema económico internacional hacia la fragmentación
y el comercio de amigos, pero no según bloques prefigurados. Se trata en última instancia de rehacer el sistema de alianzas políticas como fundamento de las relaciones económicas, de acuerdo con nuevas bases negociadas a partir de las propuestas norteamericanas.
Los dilemas de Europa, ¿existe realmente un mercado único?
Con los problemas ya detectados, todo el mundo está pendiente de cómo responderán los países o bloques económicos a los planteamientos de Trump. En el caso de la Unión Europea, el principal problema de la economía europea es que las deficiencias del proceso de integración están limitando su crecimiento y rezagándola significativamente respecto a Estados Unidos y China. En Europa existe un exceso de regulaciones, que impide el crecimiento de las empresas, y una escasa agilidad en el proceso de toma de decisiones, que limita la eficacia de las políticas.
Por tanto, la falta de una integración completa de las economías europeas mantiene
fragmentados los mercados de los 27 países y eso impide que las empresas
más eficientes tengan oportunidades de crecimiento. Un reciente informe del Fondo
Monetario Internacional (FMI) asegura que las barreras propias que obstaculizan el comercio de bienes en el interior de la Unión Europea equivalen a unos aranceles que serían en promedio un 42% del precio y oscilan entre el 5% para la industria química y el 140% para la agricultura. En el caso de los servicios, las barreras al comercio son significativamente mayores, con un promedio del 110% y unos extremos del 40% en
el comercio minorista y un 320% en los alojamientos. La conclusión es que no
existe el mercado único.
El problema se concentra en que Europa está financiando a Estados Unidos con su ahorro y soporta un considerable déficit en la balanza de servicios, pero no parece encontrar vías para responder de igual a igual. Es más, se le exige cambiar su sistema fiscal eliminando el IVA y se le amenaza con gravar de forma extraordinaria los beneficios de ese ahorro.
¿Cómo le afecta a España?
Y por lo que respecta a España, la economía es de las más abiertas de toda la UE. Su apertura exterior está en torno al 70 %, por encima de Francia, Italia y Gran Bretaña y solo por debajo de Alemania. También las cifras de inversión extranjera directa reflejan una intensa internacionalización empresarial.
La internacionalización es uno de los principales activos con los que cuenta hoy
la economía española y el sector exterior ha sido fuente de buenas noticias continuadamente desde 2013. En este sentido, se recuerda en el informe que en los momentos más críticos durante estos años recientes ha sido la demanda exterior quien ha alimentado el crecimiento de la economía española. Por tanto, las guerras
arancelarias pueden ser más peligrosas para España que para los países menos
abiertos, lo mismo que un freno en el comercio de servicios, mientras la
incertidumbre no ayuda en los movimientos de capitales.
El FMI ya ha avisado a España de que en estos momentos, la estabilidad política y una política económica racional, ortodoxa y previsible pueden ser una base sólida para captar inversiones que, además, ayudarían a modernizar la estructura productiva española y a conseguir avances en la reindustrialización.
El comercio de bienes y servicios de España con Estados Unidos está en equilibrio en los últimos años, con déficit para España en bienes (por las importaciones energéticas) y superávit tanto en servicios turísticos como no turísticos. Lo más llamativo es que si España tuviera soberanía arancelaria podría imponer un “arancel recíproco” a Estados Unidos, porque los servicios no cuentan para este.
Por lo que respecta a los sectores españoles más expuestos a esta guerra arancelaria, en el caso de los bienes, los más expuestos son manufactureros, en especial el farmacéutico, el químico, los derivados del petróleo y el metalúrgico. También algunos agroalimentarios particulares, como el aceite y el vino. En conjunto, España tiene menos exposición que el promedio de la UE y que algunos países relevantes como clientes nuestros, Alemania, Italia, Francia e incluso Portugal. Significa esto que el impacto directo de la subida de aranceles en el PIB, sea en la proporción que sea, será menor para España que para esos países. Según las diversas estimaciones que se han realizado, se limitará a unas pocas décimas.
Sin embargo, los efectos pueden ser significativamente mayores si se consideran
también los efectos indirectos y especialmente si se agrava el conflicto. También si la producción china, antes destinada a Estados Unidos, compite con la española en nuestros mercados de exportación o en la propia España.
Para el Círculo Cívico se trata de una política económica especialmente errática en algunos de los elementos que más afectan a las decisiones de inversión de las empresas, las normas laborales y la fiscalidad. Es difícil para las pequeñas empresas, que conforman el grueso de la estructura productiva española, invertir cuando desconocen la regulación que les va a afectar.
Y denuncia que las autoridades laborales no acostumbran a mostrar capacidad
de comprensión con el mundo empresarial. Recalca que se ha creado un agujero negro en el propio mercado de trabajo con la figura de los fijos discontinuos, que impide conocer las cifras reales de desempleo, entre otras deficiencias.
Otro problema de la economía española es la ausencia de presupuestos agrava
la sensación de precariedad y sitúa a la política económica entre la improvisación
y la aleatoriedad. Justo lo contrario de lo que facilita la inversión, que es un
marco regulatorio estable y favorable a la actividad empresarial.
Y por si fuera poco, otro mal endémico de la economía es la baja productividad es un problema enquistado en la economía española. Los estudios más recientes muestran que desde comienzos del presente siglo hasta 2023 la productividad total de los factores, que ha disminuido un 7,3%. El problema está en la baja inversión en tecnología y capital productivo y en la deficiente calidad y organización de los factores productivos, achacable a las deficiencias en capital humano y en la regulación del
mercado de trabajo y la actividad empresarial.
También es preocupante la situación de la Hacienda pública española, con un déficit presupuestario que parece imposible de erradicar... El déficit persistente, que ha llevado la deuda pública por encima del PIB, convierte en vulnerable a la economía española entera, porque la hace dependiente de los mercados internacionales de capitales.
La economía internacional ha entrado en una nueva etapa
Con el debilitamiento de la globalización y las iniciativas de la nueva Administración
americana la economía internacional ha entrado en una nueva etapa, donde el multilateralismo pierde terreno en favor de los arreglos bilaterales. En tales condiciones, la capacidad negociadora dependerá de la fuerza y la autonomía estratégica de cada país o bloque de países en el caso de la Unión Europea. Por ese motivo, Europa no puede permitirse en este momento afrontar sus desafíos con desunión. Si es evidente en lo político y lo militar, más aún en lo económico.
Hay que hacer valer la fuerza de un gran mercado de 450 millones de consumidores
de alto poder adquisitivo. Pero, al mismo tiempo, debe Europa recuperar su capacidad de crecimiento económico para competir cuanto antes en pie de igualdad con los dos países líderes en las nuevas tecnologías que están cambiando el mundo, Estados Unidos y China. Para conseguirlo, debe terminar con la fragmentación de sus propios mercados de bienes y servicios, que arrastran un cúmulo de regulaciones tal que frena el dinamismo y la competitividad empresarial. Potenciar el crecimiento hace especialmente urgente unificar los mercados de capitales y terminar la Unión bancaria, pues en otro caso el ahorro europeo encuentra empleo prioritario en la inversión americana. En la Unión está la respuesta.
Como miembro de la Unión Europea, España comparte los mencionados desafíos,
pero tiene también sus propios problemas que debe solucionar. En particular, debe conseguir que el crecimiento se apoye en incrementos de la productividad, unificar de verdad el mercado nacional, reducir los niveles de desempleo, que siguen doblando a los europeos, y alcanzar el equilibrio de las cuentas públicas para que la deuda pública inicie una senda seria de descenso.