Los Pedroches son una mancomunidad de diecisiete municipios. Algo similar a un oasis pero en la provincia de Córdoba. Limitan con Ciudad Real, con Jaén y con Extremadura. Al estar enclavados en Sierra Morena ya se pueden ustedes imaginar que aquí hay grandes cotos de caza, con olivos y encinas como si no hubiera un mañana. Ganadería, especialmente vacas, agricultura con cultivos de cereal, y artesanía del barro, cuero, forja y cuchillería. Esos son sus pilares económicos, a los que se suma, la joya de la corona; las cotizadas dehesas por donde campa el rey de la zona, el cerdo ibérico. Esa raza única y hermosa que nos deleita el paladar con sus jamones, embutidos y carne de primera categoría, alimentada con el pasto y las bellotas de las dehesas. Lógicamente, eso condiciona su gastronomía, con el salmorejo, los flamenquines, el cochifrito (del que me hice fan porque son trozos de carne de lechón bien fritos) y especialmente la mazamorra; pan, aceite de oliva, almendras, ajo, vinagre y agua. Impresionante. Los viajes son “descubrimientos” o al menos deberían serlo. Así que yo aquí contaré mi experiencia, por si sirve, pero lo mejor es que cada uno encuentre y busque la suya.

Cómo llegar

El vehículo particular es la mejor opción para descubrir la zona. También el AVE cuenta con parada en Villanueva de Córdoba y diferentes líneas de autobuses conectan con Córdoba capital, donde hay aeropuerto.

Lo que no me perdería de Los Pedroches

Una vez en la zona de Los Pedroches, yo no me perdería la llamada Catedral de la Sierra, en Hinojosa del Duque, y si lo consigue, suba al campanario y tendrá una vista 360º de la comarca y divisará los límites con Extremadura, Jaén y Ciudad Real. La iglesia, que reúne varios estilos, está considerada una de las siete maravillas de la provincia. [caption id="attachment_696045" align="alignnone" width="1500"] Interior de la Catedral de la Sierra[/caption]   También haría una visita larga, tan larga que incluso pediría hospedaje a las nueve monjas de vida contemplativa del Convento de Santa Clara de la Columna en Belalcázar. Las hermanas clarisas son estupendas y muy dinámicas en redes sociales y en empatía. Su tienda de dulces es parada obligatoria, pero como son espabiladas la venta on line les funciona de maravilla y como son conscientes de que la zona de los Pedroches está condicionada por la climatología extrema, no dudan en ofrecer visitas guiadas nocturnas y diurnas de hora y media por seis euros. [caption id="attachment_696044" align="alignnone" width="2000"] Claustro del Convento de Santa Clara[/caption]   También se puede desayunar (por favor pidan magdalenas y nevaditos), en el comedor oficial, ellas tienen uno más pequeñito, y alojarse en la Casa de Retiros contigua. Cuenta con diez habitaciones y todo incluido por 40 euros por día. Recomiendo que no se pierdan las misas porque son cantadas y las clarisas son como querubines. Allí mismo hay un estupendo castillo, que también se puede visitar, especialmente por su enorme torre.   Es imprescindible, o al menos a mí así me lo parece, ir a un secadero de jamones de los Pedroches. En el que yo me colé porque estaba en Pozoblanco y que debo de reconocer que fui allí a comer mazamorra y también por la leyenda de la muerte de Paquirri en su plaza de toros, llegué al secadero de Agroibérica porque previamente probé su jamón en el restaurante y quise conocer dónde se creaba esa magia. Resulta que tienen dos mil cabezas de cerdo pastando en el campo en libertad, no les estabulan y eso se nota en el manjar resultante y también en que las patas pasan colgadas en el secadero unos cuatros años y bien aireadas. [caption id="attachment_696043" align="alignnone" width="2000"] Secadero de jamones en Pozoblanco[/caption]   Y por último, vería las estrellas. Hay lugares, búsquenlos, que son miradores de estrellas y puntos estratégicos para pasar una noche azul. Tras un breve paso por Córdoba, donde aún se disfruta de sus floridos patios, seguí para hacer noche en La Casa del Agua de Marmolejo, en la vecina Jaén. Una cama extra grande, rodeada de obras de arte, con el olor del azahar del patio y el murmullo del agua del pilón-piscina era justo y necesario lo que mi cuerpo necesitaba. [caption id="attachment_696042" align="alignnone" width="2000"] Balneario de Marmolejo[/caption] Al despertar el desayuno con churros recién hechos y un paseo hasta el balneario, para tomar las aguas y así compensar lo de los churros. La Casa del Agua de Marmolejo será el destino final durante unos días, antes de volver a la realidad de Madrid y porque sus aguas mineromedicinales son altamente recomendables por eso La Chata (la infanta Isabel de Borbón) y Chaplin eran asiduos, como yo. [caption id="attachment_696041" align="alignnone" width="1500"] Patio interior de la Casa del Agua en Marmolejo[/caption]