Fragilidad
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Mientras el PP no pierde el tiempo y, como es habitual, aprovechó el apagón para responsabilidad al gobierno de Pedro Sánchez en vez de tratar de aportar soluciones o como mínimo ofrecer colaboración. Me ha recordado la distinción que hacíamos años ha sobre el país real y el país oficial y la insensibilidad de algunos ante los problemas de la gente por un supuesto puñado de votos.
Pero mientras los políticos se peleaban, una gran mayoría de ciudadanos se sintieron desarmados y descubrieron la fragilidad del sistema de vida que llevamos. Estamos acostumbrados a darle a un interruptor y que se haga la luz, pero cuando esto no pasa apenas si tenemos recursos. Estamos indefensos cuando los móviles y sus aplicaciones dejan de funcionar. La cantidad de turistas que deambulaban desesperados por Barcelona (y supongo que en otros lugares) sin saber llegar a su hotel porque Google Maps no les indicaba el camino.
Cuando dijeron que el apagón podía ir para largo se colapsó todo el comercio, además de que sólo se podía pagar en efectivo muchas persianas no podían bajarse por ser electrónicas, así como un número significativo de personas se quedó encerrada en los ascensores y, casos más dramáticos, el de las personas que necesitaban ayuda eléctrica para poder respirar… La sociedad se sentía no sólo incomunicada, sino además indefensa
Podríamos poner mil y un ejemplo de cuándo la gente urbanita aprendió que su vida dependía de si fallaba un chip y que cuando esto sucedía apenas tenían recursos para superar la situación. Muchos tomaron conciencia de la fragilidad del mundo en que vivimos y que las perturbaciones del sistema son mucho más desestabilizadoras que las medidas que adopta Trump.
Durante el apagón, el común de los mortales no se preocupaba tanto en saber lo que había fallado y en hallar culpables (tiempo habrá para ello) sino de que quien pudiera aportara soluciones. Y en estos tiempos modernos fue gracias a los transistores de pilas y las cadenas de radio los únicos que hicieron grandes esfuerzos para tratar de poner un poco de luz a la oscuridad, mientras los políticos hacían numerosas reuniones sin que nadie supiera su contenido y en el entreacto aprovechaban para tirarse los platos unos a otros.