Luz y taquígrafos

Sánchez atenazado y pochando

01:09h

Los presidentes del PP y C's por un lado y los portavoces de ERC y el PDECAT por el otro atenazaron al jefe del Gobierno en el debate sobre Cataluña y el Brexit que unos y otro acabaron convirtiendo en una especie de Catexit. Pablo Casado y Albert Rivera reclamaron a Pedro Sánchez mano dura con los catalanes del procés independentista mediante la aplicación del 155 de la Constitución que permite a los poderes del Estado suspender la autonomía y le exigieron una vez más la convocatoria inmediata de elecciones generales. Joan Tardá y Carles Campuzano, por su parte, le exigieron que se comprometa a celebrar un referendo legal para que los catalanes decidan su futuro. Todo ello con mucha dramatización y abundante hojarasca de epítetos, lemas y alguna cita más o menos al pelo como la de Franklin en boca de Casado para comparar a Sánchez con un saco vacío que no puede tenerse en pie. A la demanda de liquidar ya (por segunda vez) la autonomía catalana añadió Rivera la oferta de negociar los términos del 155 para que no se repita el fracaso de Rajoy. A la exigencia de elecciones generales ya agregaron los dos dirigentes de la derecha nacional (conservadores y liberales) el éxito cosechado en Andalucía que, con el apoyo de Vox a la investidura del candidato del PP, Juan Manuel Moreno Bonilla, les permitirá gobernar después de 36 años de gobiernos del PSOE. “Usted decía que el resultado en Andalucía no me iba a gustar –recordó Casado a Sánchez-- y mire, lo vamos a repetir en toda España”. Sánchez aprovechó para ofrecer a Rivera un pacto PSOE-C's en Andalucía que impida el paso a la ultraderecha desgajada del PP, pero éste le contestó con un no que sonó cerrado y rotundo. Joan Tardá pronosticó que el juicio a los independentistas, que se acerca y comenzará en enero “será un nuevo desastre nacional”; atribuyó “el juicio de la vergüenza” a la pervivencia del franquismo y de una corrupción que está en el ADN de la restauración borbonica, dijo. Y deploró que la catalanofobia se haya convertido en el primer signo de patriotismo. Tanto él como Campuzano pidieron una salida negociada para Cataluña a través del reconocimiento a decidir, cuando sea, de los catalanes. “La no negociación será su tumba política”, pronosticó Tarda. “No se puede gobernar España contra Cataluña, retome el espíritu de la moción de censura, tenga coraje y valor porque el 155 y la amenaza son la expresión del fracaso”, le dijo Campuzano antes de referise al rebrote de la ultraderecha con VOX: “El cáncer que ha inundado Europa ha llegado a España”. El jefe del gobierno contó con el contrapeso de Unidos Podemos y el PNV. Pablo Iglesias, que repartió su tiempo con los confederados realizó dos intervenciones implacables contra la derecha tridentina (“el tridente de Aznar” llamó a Rivera, Casado y el Abascal de Vox) y opuso al patriotismo de banderas el “patriotismo de fin de mes”, el de los trabajadores con sueldos bajos, precarios, parados, jóvenes que han tenido que emigrar, pensionistas estafados y un largo etcétera contrario a los preceptos constitucionales. “Ustedes –dijo a Casado y Rivera-- utilizan la Constitución como un ladrillo contra los demás”. El vasco Aitor Esteban respaldó al Gobierno ante “un problema complejo” como el catalán. Sin olvidar que las nacionalidades históricas son una realidad constitucional, pidió a Sánchez propuestas concretas. Luego, Joan Baldoví aprovechó el debate para defender la agricultura valenciana y las naranjas frente al producto sudafricano que ha invadido el mercado comunitario, y lo propio hizo Antonio Gómez Reino de En Marea con los pescadores gallegos afectados por el Brexit. Sánchez se defendió bien de la tenaza. Incluso salió mejor parado de lo que muchos analistas esperaban tras las “primarias” andaluzas. A Casado y Rivera les hizo saber que la tensión en Cataluña no ha llegado al punto que alcanzó en 2017 y carece de sentido dramatizar. Les pidió la misma lealtad que demostró el PSOE, “aunque ya sé que es predicar en el desierto”. Incluso, si quieren echar una mano, permitan el reparto de 6.000 millones de euros a las autonomías. Sus referencias a C's para que no pacte con la ultraderecha y para que apoye el Presupuesto le llevaron a subrayar que Ciudadanos ha apoyado diez de los diecisiete decretos aprobados por el Ejecutivo y se ha abstenido en tres. “A ver si va a resultar que está apoyando a esa España rancia que dice que representamos”, le espetó. A los nacionalistas catalanes les recordó que no tienen la mayoría social y que en el referendo del 1 de octubre de 2017 la participación fue del 30%. “Dejemos a un lado el referendo”, les recomendó y vayamos a los problemas reales, les dijo al tiempo que confirmó que el Consejo de Ministros del 21 del corriente en Barcelona aprobará el proyecto de Presupuesto con medidas sociales como la subida del salario mínimo a 900 euros, la cobertura a los parados de larga duración con más de 52 años o la recuperación de la cotización a la Seguridad Social de los cuidadores de personas dependientes. Sánchez no olvidó defender a los magistrados del Supremo frente a las invectivas de Tardá, recordando, entre otras cosas, que son los mismos que condenaron al PP por un sistema de financiación paralela o corrupción continuada. Esa condena dio lugar a la moción de censura que desalojó al PP del poder por la negativa de Mariano Rajoy a dimitir. Aunque no se refirió al adelanto electoral consideró contradictorio que se pida la aplicación del 155 y al mismo tiempo elecciones generales. En todo caso, es tiempo de membrillos y ya se sabe que los están pochando.