Como en el fútbol

01:09h

En un partido de fútbol, el perdedor normalmente espera la revancha en el próximo encuentro. Como hay partidos cada semana, el plazo es relativamente corto. Algunos ciudadanos se toman la política como un encuentro futbolístico y nada más conocerse los resultados, sobre todo si las urnas no les han sido favorables, ya piensan en los próximos comicios con la pretensión de darle la vuelta a la situación. En una democracia el voto de los ciudadanos es muy importante, pero lo realmente decisivo es el uso que los partidos hacen de estos votos. Las urnas ponen a cada uno en su sitio, unos para gobernar y otros para ejercer la oposición. Los partidos encargados de formar gobierno lo han hecho por qué los ciudadanos han confiado en sus propuestas electorales y ahora lo que toca es llevarlas a la práctica en la medida de lo posible. Otros, sin embargo, les cuesta mucho aceptar su derrota y lo único que esperan en “el próximo partido” para tratar de darle la vuelta a la situación, obviando lo que los ciudadanos han decidido. En el País Vasco ha pasado lo que era previsible: guste o no a determinados partidos esta comunidad es mayoritariamente nacionalista y algunos dos que defienden unos planteamientos radicales han visto que el papel que les otorgan los ciudadanos les deja en la irrelevancia en aquella comunidad durante los próximos cuatro años. Sus principios sagrados que defienden con tanto ahínco no tienen el respaldo que pretenden tener en zonas importantes del país y su forma de hacer política merece la tarjeta roja por parte de muchos ciudadanos. Y lo que es más grave, parecen no respetar el juego democrático, desautorizando la voluntad popular, pretendiendo que sean los tribunales los que apliquen sus políticas y poniendo todos los palos a las ruedas a quien tiene el legítimo derecho de desarrollarlas y aplicarlas. Los llamados partidos constitucionalistas (PP, VOX y Ciudadanos) se resisten a entender la realidad y la pluralidad de los pueblos de España. Con sus altavoces niegan el pan y la sal a unas formaciones próximos al radicalismo vasco o al independentismo catalán. Pretendieron que la pasada la campaña pilotara sobre la desaparecida ETA aprovechando unas declaraciones quizás poco afortunadas. Lo curioso es que su pretensión de remover el pasado pasó desapercibido en la sociedad vasca y el único altavoz que consiguieron fue el de los medios de comunicación capitalinos. No es ser adivino augurar que la campaña catalana también pivotará sobre “el procés”. Claro que estas elecciones tampoco son terrenos propicios para que estos partidos se tomen la revancha. Mientras continuarán rasgándose las vestiduras por no aceptar que España es plural y como en el fútbol esperarán el próximo partido.