Censura a la oposición

01:09h

No considero a Pedro Sánchez tan cínico como para no dar credibilidad a su profunda indignación por los ataques a su mujer. Pero tampoco soy tan ingenuo para no plantearme que un maestro de la resistencia no aproveche esta oportunidad para dar una lección de democracia. Es evidente que desde que llegó a La Moncloa se ha desarrollado una implacable campaña en su contra tanto en un partido tan poco ejemplar en temas de corrupción como el PP y por otra formación con tufo a fascista como es VOX, acompañado por la virulencia de una determinada prensa que hace bueno el dicho que “la verdad no te estropee un buen reportaje”. Aunque Pedro Sánchez afirmara horas antes de publicar su carta asegurara que “pese a todo continuo creyendo en la justicia de mi país”, no deja de se extraño (aunque últimamente no resulta excepcional) que un juez, Juan Carlos Peinado, abra la causa por una denuncia del poco riguroso sindicato ultraderechista Manos limpias con base en unos recortes de prensa. Este mismo sindicato reconoce de alguna manera que es posible que algunas de estas noticias que se sustenta eta denuncia sean falsa, pero responsabiliza de ello a los digitales que lo publicaron y justifica su actuación ante la inacción de la fiscalía. Todo un ejemplo de rigor. No sé lo que hará Pedro Sánchez, pero es evidente que tiene una pelota de gol para presentar una simbólica moción de censura a una oposición que no sólo le ha combatido por lo civil y por lo penal desde el primer momento, sino que incluso ha negado la legitimidad de su gobierno. Tiene mil y un argumentos de la deslealtad institucional de estas formaciones y de las mentiras e insultos con las que ha crispado no sólo la actividad parlamentaria sino la convivencia entre los españoles. Parece sensato no sólo desenmascarar esta poco democrática actuación con la colaboración de importantes medios de comunicación, si no aprovechar esta situación para retratar el aquí vale todo con tal de enmarañar la vida política. Además, podría aprovechar para explicar que una cosa es la libertad de prensa, que implica publicar noticias contrastadas por fuentes fidedignas; la libertad de expresión que se traducen en que todo el mundo puede exponer libremente sus ideas, pero lo que no amparan estos conceptos son la libertad del insulto ni los libelos. Tiene una buena ocasión para explicar a los españoles que determinados partidos ponen con su demagogia la democracia y quizás, esto ya es mucho pedir, abrir los ojos a una parte de la sociedad que se ha dejado intoxicar por estas malas artes. Es el momento de presentar una moción de censura, evidentemente no parlamentaria,  a esta clase  de oposición.