6 millones de parados es una cifra tan redonda y tan sonora que una vez superada su propia redondez se despedaza, y el chasquido rasgado de su detonación nos dispara millones de esquirlas aplazadas.

Recuerdo una foto de Mariano Rajoy delante de una cola del paro, asegurando que él tenía la solución. Ahora hemos descubierto lo que, en realidad, sabíamos: que Mariano Rajoy no tenía ninguna solución ni para el paro ni para ninguna otra cosa, pero que mientras dejaba que la situación agonizara podría encontrar otras soluciones aledañas para toda una serie de cuestiones que nada tenían que ver con el desempleo en España.

El desmantelamiento paulatino del Estado de Bienestar, del Estado social, del Estado educativo. La privatización de las empresas públicas o la progresiva ideologización del Derecho en España, con reformas que nada tienen que ver con el paro, y mucho con el ámbito de las libertades públicas, marca una hoja de ruta perfectamente organizada en la que, de pronto, este hombre que parece que nunca sabe nada, se aparece como el gran modelador de toda una estrategia colectiva, destinada, entre otras cosas, y desde muy variados ámbitos, a ir dejando vacío de significado el Estado Social y de Derecho, mientras se justifica utilizando argumentos como la Constitución, que no respeta, o el bien común, que convierte en el vacío total.

Otro de los grandes logros de Mariano Rajoy es el gran descrédito de la política española. Descrédito del héroe fue un libro portentoso que escribió Caballero Bonald a la sombra encrespada de unos héroes funestos que no eran los suyos. A Mariano Rajoy y a muchos –espero que no a todos- de los suyos le interesa lo que ha sido una constante en la derecha histórica española: una planeada deslegitimación de la clase política.

Así, en toda esa espiral no sólo de sordera continuada a la opinión pública, sino de continuos agravios a los derechos ciudadanos, golpeándonos mientras se nos asegura que la agresión nos hará bien, o concediendo ruedas de prensa por pantalla de plasma, o dejando que su segunda Cospedal afirme que “los votantes del PP son los que pagan las hipotecas”, faltando al respeto a la mitad de la población, y dejando que la gente permanezca endeudada para siempre mientras pierde su casa, se afirma en su política consciente de machacar a los débiles. Estos 6 millones ya no son la herencia recibida.