La Xunta impidió que el Banco Pastor rescatara a las cajas de ahorro gallegas

05/06/2013

Miguel Ángel Valero. El presidente, Alberto Núñez Feijóo, y la entonces consejera de Hacienda, Marta Fernández Currás, rechazaron la creación de una gran entidad financiera en la región

El presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núez Feijóo, convocó en la sede del Gobierno autonómico una reunión para decidir qué se hacía con las dos cajas de ahorros de la comunidad, Caixanova y Caixa Galicia, que ya estaban atravesando problemas por la excesiva carga de la financiación a constructores y promotores y la agresiva expansión por todo el territorio nacional que disparó sus costes justo cuando comenzaba la crisis financiera internacional, entre otros errores de gestión . Asistió la entonces consejera de Hacienda, Marta Fernández Currás, que actualmente es secretaria de Estado de Presupuestos y Gastos del Ministerio de Hacienda, que encabeza Cristóbal Montoro. Por razón de su cargo es la principal responsable del control sobre las entidades financieras que operan en Galicia, que comparte con el Banco de España.

También acudió a esa reunión José María Arias, presidente del Banco Pastor, la primera entidad financiera de Galicia, entonces independiente y ahora integrada en el Banco Popular, del que es vicepresidente y miembro de la comisión ejecutiva.

Arias llega a la Xunta con los deberes hechos. Aporta un documento, elaborado por Susana Quintás, entonces directora de Planificación y Control de la Gestión del Pastor, luego directora general integrante del Comité de Dirección de la entidad gallega, y ahora subdirectora general del Banco Popular dedicada específicamente a la unidad que gestiona los activos inmobiliarios del grupo (conocido como el ‘banco malo’ interno).

Esa hoja de ruta contemplaba que el Banco Pastor asumiera el rescate de Caixanova y de Caixa Galicia en una operación de integración que contaría con una inyección de capital público por parte de la Xunta para contribuir al saneamiento de las cajas. Esa aportación de la Xunta no podría implicar, de ninguna de las maneras, la conversión del grupo financiero más importante de Galicia en una entidad pública.

Lo mejor de cada uno

La gestión del grupo estaría en manos del equipo del Banco Pastor, produciéndose la salida de los máximos ejecutivos de las dos cajas, al entender que eran los responsables de la situación de éstas. Pero lo que planteaba el Pastor no era una absorción, sino una fórmula para sacar de cada entidad lo mejor que tenía para hacer un grupo mucho más grande, eficiente y rentable.

De esta forma, la tecnología del grupo sería la de Caixanova, mientras que Caixa Galicia pilotaría la acción comercial y el grupo de empresas participadas, en un reparto de funciones que buscaba sacar de cada entidad lo mejor que tenían.

La acción coordinada de las obras sociales de las dos cajas (una, Caixa Galicia, a través de una fundación, y otra, Caixanova, directamente) garantizaría una acción muy potente en la comunidad autónoma, en la que participaría también la Fundación Pedro Barrié de la Maza, accionista mayoritario del Pastor (ahora lo es destacado del Popular, donde tiene dos puestos en el consejo de administración más la vicepresidencia que ocupa José María Arias, presidente de la institución).

Con esta propuesta, Galicia tendría una entidad financiera de primera magnitud, gracias a la integración del Pastor, Caixanova y Caixa Galicia, que afloraría recursos para el saneamiento. Una vez realizado éste, el grupo resultante estaría en condiciones de realizar adquisiciones de otras entidades, y consolidarse como uno de los jugadores principales del sistema financiero español.

El coste de la negativa

Tanto Alberto Núñez Feijóo como Marta Fernández Currás rechazaron las ideas planteadas por el presidente del Pastor en esa reunión convocada por el presidente de la Xunta. Éste, que se había ganado fama de buen gestor en el Insalud y en Correos, optó por imponer la fusión de las dos cajas gallegas, argumentando que no permitiría que cayeran en manos de entidades de fuera de la comunidad.

La fusión entre Caixanova y Caixa Galicia, que dio paso primero a Novacaixagalicia y luego al actual NCG Banco, contó con la oposición del Banco de España, que no creía en integraciones regionales sino en operaciones que implicaran a entidades de varias zonas de España, para multiplicar las sinergias y reducir los ajustes. Pero el empeño del presidente de la Xunta en llevar adelante la operación ha terminado con la principal entidad financiera de Galicia nacionalizada, controlada por el Frob aunque gestionada por el equipo de José María Castellano y César González-Bueno, que no terminan de concretar la entrada de inversores privados, tanto gallegos como internacionales, por lo que NCG Banco terminará siendo vendida.

Galicia se ha quedado sin entidades financieras propias. El Pastor se integró en el Popular, tras el juego sucio generado por los resultados de las polémicas pruebas de resistencia encargadas a Oliver Wyman, que penalizaron a las entidades más activas con las pymes y que no contabilizaron como capital principal las convertibles, entre otros aspectos. Eso sí, el Popular opera en Galicia con la marca Banco Pastor, convertido, tras ser reforzado con las sucursales del grupo en la zona, como un banco filial regional.

El Banco Gallego, en su día controlado por Caixanova y luego por NCG Banco, ha sido adjudicado al Sabadell. Y el Etxcheverría, que estaba controlado por Caixa Galicia, ahora está en manos del Banesco venezolano, aunque su presidente, Juan Carlos Escotet, tenga padre leonés y madre asturiana.

El sueño de una gran entidad financiera en Galicia se desvaneció por la negativa del presidente de la Xunta a esta operación y por el empecinamiento en fusionar las dos cajas. Un asunto que ahora se quiere llevar a la comisión de investigación puesta en marcha por el Parlamento gallego.

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