Navajeros de leyenda

12/07/2013

Daniel Serrano. Crónicas quinquis reúne los magníficos reportajes que Javier Valenzuela escribió para la sección de local de El País, cuando aún los periódicos hacían esas cosas y admitían en sus páginas la buena literatura y la crónica como género libre.

Crónicas quinquisLa España de mi infancia (años 70 y 80 del extinto siglo XX) era una España suburbial de quinquis y descampados y parques públicos alfombrados de jeringuillas y rumbas de exaltación delincuencial y chavales que llegaban descalzos al cole porque los yonquis del barrio les habían robado a punta de navaja las zapatillas deportivas nuevecitas y el reloj Seiko. La tropa hacía cola a la puerta de los cines de sesión continua para ver Perros callejeros 1 y 2 y también las películas de Jaimito, donde no faltaba nunca una maestra maciza a la que Alvaro Vitali tocaba el culo. Hace poco Javier Cercas quiso recrear en su novela Las leyes de la frontera esa España de bandoleros heroinómanos, chabolismo y niños con polio. Le salió rematadamente mal pero la crítica no se dio cuenta porque la crítica ha debido de vivir siempre en el barrio de Salamanca o en chalets con piscina y no se le hacía raro que el protagonista (un adolescente empollón y cagueta) se hiciera amigo durante un verano de una banda de choricetes y se pusiera a atracar gasolineras. No era lo común, créanme, que yo he sido niño en Vallecas.

El hedor a basural de aquella época heroica se percibe mucho mejor en estas crónicas de Javier Valenzuela. La cárcel de Carabanchel como fin de fiesta de toda la mugre, policías y ladrones igual de malos, la droga devastando a la juventud de las barriadas, la calle Ballesta cuando era la calle Ballesta y no ahora, que sólo queda la whiskería Edimburgo y el resto son bares modernos y tiendas de ropa cara. El Madrid subdesarrollado y tercermundista previo al huracán de la modernidad que cambió la ciudad con Tierno Galván y la Movida.

Crónicas quinquis reúne los magníficos reportajes que Javier Valenzuela escribió para la sección de local de El País, cuando aún los periódicos hacían esas cosas y admitían en sus páginas la buena literatura y la crónica como género libre. Valenzuela nos habla del Nani, “el primer desaparecido de la democracia” según los titulares de la época, y se pasea por el extrarradio doliente donde la chavalería sueña con la gloria de El Vaquilla y hay quien dispara a un yonqui por la espalda para salvaguardar su negocio y el jaco trunca el futuro de toda una generación.

La inseguridad ciudadana, los tirones, las farmacias asaltadas, los motines en las prisiones, un Madrid que parecía Caracas y donde había verdadero miedo a salir de noche por ciertos lugares. Todo eso nos recuerdan estas Crónicas quinquis, periodismo a pie de calle del que hoy (¡ay!) no abunda.

Da gusto leer a Javier Valenzuela siempre pero mucho más en estas piezas recuperadas del Pleistoceno, cuando los dinosaurios dominaban la tierra y había un alcalde de Madrid septuagenario que animaba a la basca a colocarse.

Este librito es historia de España escrita en minúsculas, sin pretensiones sociológicas ni denuncia barata. Relatos de un tiempo y un lugar lejanos, con cierto color sepia. Estampas del bandolerismo que inspiró una mitología cinematográfica que, vista hoy, da a la vez miedo y risa. Ya no están El Vaquilla ni El Torete ni El Jaro y de la banda del Kung Fu nadie sabe qué fue. Javier Valenzuela escribió estas crónicas cuando arrancaba su carrera periodística y qué envidia, lo bien que escribía ya por entonces.

No les digo más. Si ustedes (como yo) han sido niños en los 80 y han tenido que salir corriendo de un yonqui armado con una jeringuilla ensangrentada, sabrán de lo que les hablo. Si no, descúbranlo. Así era España hace 30 años. Y así se escribía en los periódicos.

Crónicas quinquis. Javier Valenzuela. Libros del K.O. 160 páginas.

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2 pensamientos en “Navajeros de leyenda

  1. Muchas gracias, Daniel, por tu gene­roso comen­ta­rio sobre mis “Cró­ni­cas quin­quis”. Dice nuestro broder Ricardo Martín que escribes mejor que el gran Rodolfo, y el gran Rodolfo lo certifica. Ellos sabrán, no quiero verme obligado a escoger entre uno u otro de los periodistas Serrano, jeje. Pero sí quiero proclamar bien alto que creo que una de las grandes vías abiertas a tu generación profesional es el periodismo que cuenta historias a fondo, con honestidad, espíritu crítico y buena pluma. En los 60-70 los estadounidenses le llamaron Nuevo Periodismo. Ahora llaman Nueva Crónica Lationamericana al excelente trabajo que se hace en castelano al otro lado del Atlántico. Que España se incorpore a eso ha sido mi sueño -y el de otros y otras- desde hace lustros. Creo que ha llegado el momento de hacerlo masivamente, de que vosotros lo hagais masivamente. Menos llorar sobre la crisis de los formatos, los medios y las empresas… y a contar historias por tierra, mar y aire. Salud, compañero.

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