Modiano

16/08/2013

Daniel Serrano. Creo que fue Luis Antonio de Villena quien escribió que leída una novela de Modiano leídas todas

circo200int A contracorriente de la ortodoxia oficial, y aun reconociendo los innegables valores literarios del autor francés, sostenía Villena que Modiano era muy (pero que muy) reiterativo. Y sí. Resulta cierto. Pero también es verdad que, consumido en dosis moderadas y de cuando en cuando,  Modiano cautiva. Por ejemplo, en Un circo pasa. De nuevo, en un tiempo pretérito difuso (finales de los 50 o principios de los 60 del siglo pasado) una serie de personajes que arrastran enigmas, un hombre y una mujer cuyas existencias se entrecruzan durante unos días rememorados desde la distancia. Cafés parisinos, humo de cigarrillo, gabardinas, celuloide en blanco y negro, una atmósfera de indeterminación. Dos jóvenes (él y ella) son interrogados por la policía. Han encontrado sus nombres en una agenda.  A la salida se encuentran y, sin conocerse, unen sus pasos durante unas horas convulsas. Tal vez se enamoran. No está claro. Casi nada es exacto en las novelas de Modiano. Podemos imaginar que sí. Pero también pudiera ser otra cosa. Modiano maneja los resortes de la evocación de modo fascinante. Hay un perro, un padre en fuga, golfos e inocentes. Un universo propio que reconoceremos al instante, similar sea en el París de la ocupación o en este París de mediados del siglo XX.

Y el azar, por supuesto. El azar que nos une a extraños y deja en nuestras existencias la huella de unas vivencias que, pasado el tiempo, hieren. El tiempo es una herida que nada cauteriza y la memoria nunca puede detenerse.

¿Es esta una novela extraordinaria? No sabría decirlo. Tiene, como casi todas las obras de Modiano, un título de enorme potencia evocadora: Un circo pasa. Bellísimos también, obviamente, otros como Los bulevares periféricos, Calle de las Tiendas Oscuras, En el París de la juventud perdida. Qué bien titula Modiano, caramba.

Ahora bien. Tiene razón Villena. Pero no pasa nada. El tan reconocible universo de Modiano nos sirve para aliviar los rigores de un verano sulfurante. Una vez al año (o algo más) Modiano no hace daño (permítanme la zafia paráfrasis). Introducirse en sus obras es como volver a un lugar que conocemos y que nos reconforta. Y qué ganas le dan a uno de volar a París y sentarse en un café y enamorarse de una mujer con gabardina blanca.

No hay mucho más qué decir. Es Modiano, ya saben. Noir inquietante, una especie de policiaco en el que no hay crimen pero sí tantas incógnitas que el lector tendrá que resolver. O no. Porque en Un circo pasa todo está borroso, como si de un sueño se tratase. Él y ella quieren huir a Roma. ¿Lo lograrán? Años después el narrador echa la vista atrás y sigue sin comprender del todo bien qué es lo que sucedió. Ese es el encanto de la literatura de Modiano. Su bella indefinición.

Un circo pasa. Patrick Modiano. Cabaret Voltaire. 173 páginas.

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