El precio de la vida y la muerte

25/08/2013

Susana Ramírez.

Todo el mundo quiere vivir, pero normalmente nadie quiere morir. Morir suena a fin, a que todo se termina. La vida tiene un precio, evidentemente nadie nos regala nada. Y no nos iban a regalar una vida llena de felicidad y exenta de problemas y de lucha.

El precio de la vida nos lo enseñan muchas personas. Por ejemplo las personas enfermas, y afinando aún más… los niños enfermos. Y si afino más aún, concretamente la vida de un niño. Me pone triste tener que escribir “se llamaba” Alfonso… Pero es así, porque ha muerto, aunque en el recuerdo de todos sigue vivo. Era la lucha de un niño contra el cáncer, ya que con apenas 11 años le encontraron un tumor en el músculo de la pierna. Ya ves… maldita mala suerte…

Pero el niño conocía el precio de la vida. Y luchaba. Luchaba con uñas y carne. Era consciente de la enfermedad, de que estaba muy enfermo, pero a la vez este niño que conocía el precio de la vida, conocía el precio de la muerte. Él mismo decía que si se iba a morir, pues que tenía que disfrutar en vida todo lo que pudiera. Y ser feliz.

Esas palabras son las más importantes de todas: “ser feliz”. Mucha gente se preguntará cómo se puede ser feliz teniendo la muerte muy cerca. Pues Alfonso sabía ser feliz porque conocía el precio de la vida y de la muerte. Él era consciente de que estaba enfermo, y que la vida era un regalo que debía disfrutar mientras durase. Que la muerte podía alcanzarle cualquier día, pero que si lo hacia, pues que le sorprendiera sonriendo.

Todos conocemos historias tristes, y lo sé. Y la historia de Alfonso es la historia de muchos niños que pierden la vida en hospitales, y que no logran superar enfermedades que terminan quitándoles la vida.

Lo que me asombró fue, la madurez de Alfonso, cómo habiendo vivido de hospital en hospital, entre su cama y el sofá, prácticamente, cómo tenía esa madurez a la hora de hablar, y esa tranquilidad. No parecía estar muriendo, parecía estar viviendo. Sus ganas de vivir le hacían ser feliz.

No soy creyente. Pero creo en que debe de existir algo, alguna fuerza natural o no, que le dé otra oportunidad para vivir a Alfonso en otro cuerpo, con otra vida. Pero que pueda vivir todo lo que no ha vivido. Porque sus ganas de crecer y de ser feliz no se pueden quedar perdidas en alguna parte, esa energía tiene que servir de algo. Quiero creer en eso. En que Alfonso y todos los Alfonsos del mundo tengan otra oportunidad si su vida termina a temprana edad, y tienen que empezar a pagar el precio de vivir o morir. No debería de ser así.  Y es hora de que la vida les dé el cambio que la muerte no les dejó disfrutar.

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