Hemos estado demasiado pendientes de la retirada o no de los estímulos y se nos ha escapado el auténtico peligro. Los estímulos tendrán que ser retirados antes o después, pero que el Gobierno mande a casa el 1 de octubre a los trabajadores públicos está ahí mismo y es una posibilidad real.

Me explico. Si el 30 de septiembre Estados Unidos no tiene un presupuesto aprobado, el gobierno, la administración central, tiene que echar el cierre parcial. Sólo los organismos imprescindibles seguirán funcionando. Por ley y no por capricho. No se puede gastar lo que no está presupuestado.

El problema es acuciante y algo más. Los demócratas han logrado aprobar en la Cámara un Presupuesto que ha ido directamente contra el gasto sanitario, contra el conocido como «Obamacare», al que no concede fondos. Todo parece indicar que el presupuesto de la Cámara no logrará la mayoría en el Senado, por lo que se hace necesaria una negociación a la que el propio presidente Obama está poniendo zancadillas.

¿Cómo es posible? Sencillo. Obama no puede negarse a seguir intentando un acuerdo que permita desbloquear el presupuesto, pero se niega tajantemente a sentarse a negociar con los republicanos la elevación del techo de deuda, so pretexto de que «lo que pretenden es volver a meter a Estados Unidos en recesión«.

Obviamente, la negociación se antoja imposible a fecha de hoy, cuando solo faltan seis días para que el Gobierno tenga que echar el cierre. Parece que van a ir hasta el límite otra vez.

Esto es lo que afea Moody’s. Sin presupuesto, con el Gobierno cerrado y sin elevar el techo de deuda, las posibilidades de que Estados Unidos no haga «honor» a los intereses de su deuda aumentan exponencialmente y eso es jugar con fuego.

Como se recordará, la última elevación del techo de deuda se saldó con la pérdida de una triple A, la de Standard & Poor’s. Tanto Moody’s como Fitch mantienen aún una triple A que, a juzgar por las palabras de Moody’s, podría estar en peligro inminente.

Pues bien, las impresiones de Moody’s han tenido un efecto inmediato y devastador sobre el mercado americano.

Había abierto a la baja afectado por el mal dato de confianza del consumidor y por la subida de los precios de la vivienda, pero se había recuperado bastante bien y atacaba máximos del día. Desde allí, se fue abajo espectacularmente, si bien hay que precisar que más por el perfil que por la intensidad.

Al cierre, el Dow perdió un 0,43%, el S&P 500 un 0,26% y el Nasdaq Composite lograba mantenerse a duras penas con ganancias de un 0,08%