Tras el intento fallido del Gobierno presidido por José Luis Rodríguez Zapatero, la privatización de Aena está cada vez más cerca. Hasta ahora no ha sido buen momento para presentar una oferta pública de venta dada la situación del mercado.

Pero la mejora lograda desde el verano, con unos inversores más confiados a los que ni parece afectarles la reciente crisis política italiana, ni el cierre de Gobierno estadounidense, parece invitar a la presentación de OPVs. Y Aena será una de las primeras privatizaciones que comenzará a prepararse este mismo mes con la selección de las entidades que coordinarán la operación, para que vayan preparando toda la documentación de la sociedad, incluida su contabilidad, así como el plan de negocio (equity story) de la sociedad para atraer a los fondos institucionales.

Están en juego 6.000 millones de euros, la cantidad que previsiblemente ingresarían las arcas públicas –tan ávidas de dinero- por la operación. Solo hace falta que el tráfico aéreo se termine de recuperar del todo, algo que la temporada estival ha contribuido a mejorar con la llegada récord de turistas.

El otro paso será negociar con las comunidades autónomas y, tal vez, con Cataluña no esté el horno para bollos. Sin duda se tendrá que emplear a fondo en las negociaciones la ministra de Fomento, Ana Pastor, quien deberá convencer a los gobiernos autonómicos de que cedan sus competencias en esta materia. Aquéllas con aeródromos deficitarios no tendrán problemas en desprenderse de ellos, aunque a cambio no podrán intervenir en las inversiones que se realicen para mantenerlos o mejorarlos.

Otra de las razones de la presentación de la OPV es que no se ha producido ninguna  desde hace dos largos años, lo que movilizaría a los inversores ahora que la Bolsa comienza a animarse. Los analistas están convencidos de que cualquier buena operación tendría una buena acogida ya que los inversores han empezado a confiar en los signos de recuperación de la economía española. La prima de riesgo, que ya ha ganado el pulso a la italiana y ha bajado por debajo del nivel de los 250 puntos básicos, sería otro de esos buenos síntomas.

Otro de esos buenos síntomas es que Aena espera obtener beneficios en 2014, como aseguró este jueves su presidente, José Manuel Vargas, quien además adelantó una rebaja de la deuda del organismo, y una subida de las tarifas aeroportuarias hasta 2016.

Las intenciones del Gobierno serían colocar entre el 40 y el 60% del gestor aeroportuario. Se trata de un porcentaje que aun no está decidido y sobre el que se tendrán que poner de acuerdo la ministra Pastor y el presidente del ente público. En este sentido, Vargas apuesta porque se venda una participación mayoritaria de la empresa, mientras que la ministra ha mostrado sus preferencias sobre que sea una participación minoritaria.

Con esta operación, el Ejecutivo pretende separar la gestión de los aeropuertos del ámbito público, implantando un gobierno corporativo independiente como ya ocurre en países como Gran Bretaña, donde empresas españolas –como Ferrovial- han demostrado que los aeropuertos son rentables y se pueden obtener beneficios.

Cuestiones pendientes

Cuando llegue abril de 2014 son varias las cuestiones que deberán estar resueltas. Una de los primeros pasos que deberá el Ministerio de Fomento es separar cuanto antes la parte de navegación aérea, competencia exclusiva del Estado, de la gestión de los aeropuertos.

Otra de las condiciones previas sería recuperar el número de viajeros, que hasta antes del verano habían caído un 5,6%, siendo uno de los peor parados el aeropuerto de Madrid-Barajas (-14,7%), una de las joyas de la corona de la privatización. La recuperación del turismo es uno de los primeros síntomas de que esta situación, antes pronto que tarde, va a cambiar. Desde el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo comienza a hablarse que el sector turístico ya ha empezado a superar su crisis. Los responsables de Aena concretan que en 2014 habrá una evolución de tráficos aéreos similar a la de 2013, en que la actividad se espera que caiga un 7,5%.

La tercera condición es la renegociación de su deuda, que asciende a 12.000 millones de euros. Para ello, el organismo público cuenta con el asesoramiento de Lazard y de N+1, mientras las conversaciones con las entidades financieras parece ser que se encuentran muy avanzadas y podrían cerrarse antes de este invierno.

Las cuentas empiezan a salir

Lo que ya va por buen camino son sus resultados. Este mismo jueves, su presidente aseguró en el Congreso que en 2014 el operador obtendrá 435 millones de beneficios, un 16,6% más que en 2013. Las cuentas de José Manuel Vargas se basan en una mejora de los ingresos de explotación del 3,4% (3.683 millones de euros), mientras que espera recortar un 1% los gastos, hasta los 2.816 millones.

La razón es que el organismo lleva dos años saneando sus cuentas, reduciendo gastos (tiene pendiente un expediente de regulación de empleo que afectará a 1.600 trabajadores con el que se ahorrará 166 millones este año y 33 millones el ejercicio que viene), promover ahorros, racionalizar inversiones y aumentar y diversificar los ingresos. Con todo ello, según explicó Vargas, se ha conseguido enderezar una empresa que estaba al borde de la quiebra.

Un giro de 180 grados con el que además se ha conseguido generar caja y atender a su deuda, sin necesidad de tener que pedir dinero al Estado. Hace dos años, cabe recordar, Aena registraba un déficit tarifario de 850 millones, un endeudamiento de 13.000 millones y un flujo negativo de 700 millones. Ahora su deuda se encuentra en 12.000 millones y en 2014 se espera recortar otros 856 millones.

Gran parte de este cambio se debe a la subida de las tarifas aeroportuarias, que tanta polémica suscitaron entre las compañías aéreas ante la situación crítica que atraviesan por causa de la crisis. Pero Vargas insistió en el Congreso esta semana que las tasas seguirán subiendo, por lo menos, hasta 2016. El año que viene este incremento será del 2,5%, aunque sea a costa de que algunas compañías low cost dejen de volar a nuestros aeropuertos, con la consiguiente pérdida de pasajeros y mercancías.