Nuevos máximos históricos al cierre en Wall Street y nueva barrera superada, esta vez por el S&P 500. Pero lo mejor no es haberla superado, sino la forma. Igual que en la víspera, los índices cerraron en sus máximos del día, lo que da idea de fortaleza. Que luego la haya o no es otra cosa, pero cuando los indices empujan al alza hasta el final suele ser muy buena señal.

Al decir de los analistas, los últimos datos conocidos de la economía americana van a suponer que la Fed mantenga un mes más sin cambios los estímulos salvo que el dato de empleo de noviembre sea excepcionalmente bueno.

Ya saben ustedes. Esto es como un péndulo y tan pronto pasan del optimismo más desmesurado al pesimismo más profundo en cuestión de minutos. Y digo yo. ¿El solo hecho de que la Fed esté ya planteándose rebajar los estímulos no es un dato positiivo? En mi pueblo, que se valore que la economía puede andar solita ya sin apoyo en las muletas es un logro y debería pesar en el mercado.

El problema es que la realidad es tozudamente distinta. Lo que quieren los que mandan en el cotarro es que se mantenga un mercado ‘dopado’ por la gigantesca liquidez artificial. No quieren riesgos ni sobresaltos a estas alturas y está demostrado que siempre que se retiraron estímulos el mercado retrocedió, así que optan por ‘lo malo conocido’.

Por tanto, debemos asumir que los índices americanos han superado estas dos barreras psicológicas contando con que la Fed no vaya a comenzar a recortar las compras de deuda. Si el mercado no llevara razón y la Fed se decidiera ya en diciembre por rebajar las cantidades inyectadas a la economía, no quiero ni pensar donde podrían ir los índices. Y no me refiero precisamente al cielo.

Pero entre tanto, lo que parece claro es que los índices americanos no tienen ni la menor intención de pararse por las incertidumbres. Siguen a lo suyo sin rubor.

Al cierre, el Dow Jones avanzó un 0,34%, el S&P 500 un 0,50% y el Nasdaq Composite un 0,57%. Una jornada tranquila y sin apenas sobresaltos ¿O no?