Para los americanos lo suyo es lo primero y más importante y el empleo es sagrado. Tanto es así que la Reserva Federal tiene entre sus funciones fundamentales contribuir a la generación de empleo. Pues bien, el empleo en Estados Unidos va viento en popa. Incluso mejor de lo previsto.

Se crea más empleo de lo que los analistas apostaban y la tasa de desempleo se reduce ya al 6,1%. Posiblemente este dato sea el menos importante, porque esta estadística se ha revelado un tanto inestable, no se sabe si por mala metodológicamente o por mala en la recogida de datos.

El efecto colateral de un buen dato de empleo, y ahora más que este es el eje central de los desvelos de la Fed, es que pueda darse por sentado que todo marcha mejor de lo previsto y que los tipos de interés pueden empezar a subir. Pero de momento este efecto no ha aparecido por ningún sitio.

Cualquier día de estos llegará el miedo a las subidas de tipos y el mercado se inundará de temor, posiblemente ante las palabras de algún halcón de la Fed, pero de momento todo ha sido alegría, seguramente porque la fiesta del Independence Day lleva a los americanos al optimismo.

Pero hay más. Aunque no lo reconozcan abiertamente, en Estados Unidos se mira por el rabillo del ojo al BCE y a lo que está ocurriendo en Europa. Hace poco más de un año, el mismísimo Obama llamó «irresponsables» a los líderes europeos por lo que en su opinión era una falta de reacción ante el nuevo deterioro de sus economías. Ahora parecen más satisfechos con lo que casi sin hacer nada Draghi está consiguiendo, así que las palabras del jefe del BCE, pronunciadas justo antes de la apertura neoyorkina fueron también un acicate para las subidas.

Al cierre todo quedó en un lugar preferente para la gran fiesta americana. El Dow Jones subió un 0,54% y marcó máximos históricos, el S&P 500 avanzó un 0,55% y cerró en máximos históricos y el Nasdaq Composite ganó un 0,63% y está en maximos de 14 años. ¿Alguien da más?