Madrid me mata

01/08/2014

Daniel Serrano. El madrileño tiene con su ciudad una relación de matrimonio antiguo, de esos que no se dicen te quiero ni a punta de pistola pero se aman secretamente lo indecible.

Raquel pelaezAh, aquel eslogan de los años de la Movida. Madrid me mata. Claro que sí. Madrid fue una ciudad de un millón de cadáveres y luego tuvo un alcalde septuagenario que iba a los sanisidros rockeros y decía a la multitud: Y el que no esté colocado que se coloque.

Somos una ciudad sin ninguna templanza pero poseemos el mejor cielo del mundo y eso ya lo escribió Pla en numerosas ocasiones (yo creo que era lo único que le gustaba de Madrid) y lo escribe Raquel Peláez rematadamente bien.

Raquel Peláez es madrileña del único modo que se puede ser madrileño de pura cepa: naciendo en otro sitio que no sea Madrid.

Ella nació concretamente en Ponferrada, sí, pero ha elaborado una declaración de amor a la ciudad donde ardió el Windsor y los ejércitos de la noche acamparon en la puerta del Sol un 15M que resulta tan emocionante como un chotis bien bailado por dos vejestorios en la alta madrugada de unas fiestas de La Paloma.

¡Quemad Madrid! tiene un título horrendo y un contenido extraordinario.

Habla este ensayo, libro de viajes, guía heterodoxa y literatura de la buena, habla este libro, decía, de ese Madrid que es mucho más Madrid que la Puerta de Alcalá o el Museo del Prado.

Raquel Peláez lo ha sabido ver. Madrid son los sándwiches de Rodilla (que sólo gustan a los madrileños), los bares fenecidos de Malasaña que siguen siendo mencionados en toda conversación moderna, las capillas ardientes de famosos (que si Antonio Vega, que si Adolfo Suárez, que si Rocío Jurado…), el estadio del Rayo, los VIPS, Javier Marías y David Summers , la M-30 (pero la de antes, la que daba un cinturoncito de contaminación muy majo a toda la ciudad).

Una vez escribió Luis Antonio de Villena que Madrid es la única ciudad del mundo donde el recién llegado puede despotricar sin miedo al nacionalismo local:

–      Esta ciudad es una puta mierda.

Puede exclamar en el taxi el recién llegado. Y el taxista, que en Praga o Budapest o París contestaría indignado al forastero, aquí replica:

–      Y usted que lo diga.

El madrileño tiene con su ciudad una relación de matrimonio antiguo, de esos que no se dicen te quiero ni a punta de pistola pero se aman secretamente lo indecible.

Pero estábamos hablando del libro de Raquel Peláez y digamos claramente que es un precioso artefacto literario, una crónica exacta del Madrid del siglo XXI.

A Madrid, en el fondo, le faltan cronistas. Al final de Madrid todo el mundo escribe lo mismo. Raquel Peláez no ha escrito ni mucho menos lo mismo. Ha escrito un poema perfecto en una prosa perfecta.

El azul del cielo de Madrid nos salva de perecer tantas veces.

Ella lo sabe.

¡Quemad Madrid! O llevadme a la López Ibor. Prólogo de Santiago Lorenzo e ilustraciones de Alfonso Zapico. 245 páginas. Libros del KO.

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