Pedro Sánchez y el relato perdido

23/01/2015

Joaquín Pérez Azaústre.

Pedro Sánchez busca su relato, una intermediación con el futuro. En el caso de Sánchez no es futuro, ni siquiera un lineal presente continuo, sino presente a secas, inmediato y plumífero, volante al primer viento que pueda levantarse en torno a él. Si la reunión del ex presidente Zapatero con Pablo Iglesias, líder de Podemos, ha supuesto un mazazo imprevisible en su línea de flotación, no debía haberlo demostrado tanto. Que desde el vientre mismo del círculo interior de Pedro Sánchez se haga tan palpable este dolor, con su herida abierta en el desagüe de su caudal político, es el mayor síntoma de su debilidad, pero también de la inmediatez de su propuesta, su perfil y su ánimo.

Seguramente Pedro Sánchez no es un estadista para el aquí y el ahora, entre otras cosas, porque su visión panorámica no parece ir más allá del aquí y el ahora. Al otro lado de la moderación, del discurso ponderado, de la exaltación de los valores históricos del PSOE, tiene que haber algo nuevo y fundador, un grito propio, una proclama o una identidad, la diferencia, el estilo, su aroma de sustancia y de transformación. Por ahora, Pedro Sánchez ha tenido apenas buenas formas con todos, y ha dedicado el escaso tiempo que le deja la publicidad de sí mismo a torpedear torpemente a Podemos, como si no pudiera ver mucho más allá. No, tú eres el secretario general de un partido con más de cien años de historia, tu mirada ha de ir mucho más lejos que la crítica al líder de un partido que acaba de nacer, que ni siquiera tiene, todavía, hechuras de partido. Tú tienes que mirar el pulso enfebrecido, ese temblor de gente desahuciada, dejada en plena calle por tu propio sistema: porque, hasta ahora mismo, nada nuevo ha mostrado Pedro Sánchez que pueda hacer sentir que ha entendido el asunto del desafecto público con la clase política, ese distanciamiento que es un hastío gris, pero que es también revolución.

¿Ha hecho daño realmente Zapatero a Pedro Sánchez reuniéndose con Pablo Iglesias? Sí, pero sobre todo deshaciéndose en elogios hacia Susana Díaz. Aunque el mayor daño es escenificarlo, darle carta de naturaleza, y poner a la altura de un dolor, y darle a esa importancia, a con quién se reúna, o no, un cadáver político. Bastante tiene Sánchez con lidiar con la herencia que el propio Zapatero dejó dentro y fuera del PSOE, como para escenificar el drama. ¿Venganza de Zapatero, por la contrarreforma propuesta por Pedro Sánchez del artículo 135 de la Constitución? Es posible. Pero alguien que se postula para la presidencia, el joven candidato de cierta masa social del socialismo, no puede dilapidar sus energías en todo este corral de minucias parlantes.

¿Cuál es la propuesta, qué puede ofrecernos ahora Pedro Sánchez? Más allá de las loas al glorioso pasado de la victoria del 82, la realidad requiere unas nuevas bisagras para abrir la puerta del futuro y un discurso mejor que un nuevo rostro.

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