El abuso español

25/06/2015

Joaquín Pérez Azaústre.

¿La crisis es sistémica o endémica? Lo pregunto porque hay algo que no parece preocupar a nadie: hasta qué punto somos verdaderos culpables de esta caída libre de nuestra propia vida, como marco legal –constitucional, nada menos- de garantías sociales que van quedando en nada, que van remando lentas por una corriente paulatinamente cenagosa. La pregunta, en sí misma, bien puede no parecer inocente. De hecho, no lo es. Ha sido un mensaje esgrimido desde buena parte del Partido Popular, cuando se han ido descubriendo sus sucesivas tramas de corrupción, que habrían hecho dimitir a toda su cúpula en cualquier país mínimamente civilizado, argumentar que en toda la sociedad hay corrupción. Cuando escuchábamos estos razonamientos muchos nos indignábamos –sí, aún es posible indignarse más-, porque no se puede equiparar la responsabilidad del líder de un partido político, en el Gobierno además, responsable de la adjudicación de una infinitud de contratos públicos, que recibe bonificaciones, en dinero sin declarar, de las empresas privadas a las que está beneficiando, con el pequeño quiebro a la legalidad de un particular con su propia vivencia. Esta era la respuesta al exabrupto partidista: que al político, por serlo, hay que exigirle más, porque también su capacidad de fraude, abuso o criminalidad económica es exponencialmente mayor.

Sin embargo, ¿es suficiente? Desde las nuevas formaciones políticas, tanto Podemos como Ciudadanos, se ha centralizado el discurso del saneamiento nacional en las instituciones, la ley de partidos, la ley electoral, la separación de poderes, las subvenciones… Es decir, el sistema. Pero ¿y la endemia? Es decir: ¿somos los ciudadanos, verdaderamente, víctimas indefensas, inocentes, ingenuas, de una élite política que nos ha estado esquilmando los recursos públicos, sobre todo estos últimos años, con la excusa de la austeridad, mientas se enriquecían a manos llenas? ¿O también nosotros, como la sociedad que formamos, con usos y costumbres propios, visibles o bajo cuerda, taimados, tenemos ese mismo carácter fraudulento, endemia en este caso?

Pongo un ejemplo. Una familia vuelve a casa y se encuentra con la desagradable sorpresa de que unos ladrones han destruido la puerta, tratando de forzarla con un taladro. Como no pueden entrar y ya es tarde, llaman a un cerrajero de urgencia. Cuando piden la factura, se encuentran con la segunda tentativa de robo de la noche: nada menos que una tarifa de 204 euros la hora. Como son dos de trabajo en la cerradura, 408. Más los 57 de desplazamiento -¡57!-, 76 por desplazamiento urgente –doble robo: ¡76!-, 59 de materiales y el IVA: total: 708 €. Ahí queda eso. Mírese en fontaneros, electricistas, carpinteros, con circunstancias análogas, o más cotidianas: el abuso es el orden del día.

Claro que cuanto más alto te sitúas en el escalafón institucional, la responsabilidad es mayor. Pero comparativamente, aquí todo el mundo ha ido al abuso leonino, a la explotación del momento sin pensar en la colectividad: como cuando buscabas piso en Lavapies y te enseñaban –no sé si todavía será así- un cuchitril de veinte metros cuadrados, con un baño inmundo y una sola ventana al patio de luces, y te pretendían cobrar 700 € al mes. Y encima el tío te preguntaba, ante tu estupefacción: “Por sólo 700 euros, ¿qué esperaba?”. Y así pasamos al abuso descarnado en los alquileres, las compraventas, las hipotecas, sus cláusulas criminales, las deudas mantenidas tras las daciones –sin pago- de la vivienda –o sea: el desahucio legal, pero terrorista moralmente- y a nuestro estilo de vida, heredado desde la oscurantista picaresca, que nos hace mucha gracia, sí, pero nos condena al bandolerismo general.

Esto, que no sucede igual en todas partes, es el abuso español. Empezando por algunos políticos y acabando con el último de los cerrajeros: que, ante tu situación de indefensión –porque tienes que volver a entrar en tu casa, instalar una cerradura nueva y poder cerrarla-, ante el miedo inmediato, te sacan la factura criminal, y no tienes más remedio que pagarla o meterte en otro problema. Y como estás cansado, y ya te han robado o casi, y lo que quieres es volver a tu casa y a tu vida, pues pagas por el abuso.

En fin, de eso no habla ni Ciudadanos ni Podemos, porque no creo que esta línea de debate les de votos. Pero habría que pensarlo, mirarnos a nosotros mismos: porque en España, el que puede, trinca. Y nada de pensar en los demás, ni en la justicia social, el Derecho o la más mínima decencia. Y mientras no cambiemos esto, seguiremos en crisis.

¿Te ha parecido interesante?

(+5 puntos, 5 votos)

Cargando...

Aviso Legal
Esta es la opinión de los internautas, no de diarioabierto.es
No está permitido verter comentarios contrarios a la ley o injuriantes.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios que consideremos fuera de tema.
Su direcciónn de e-mail no será publicada ni usada con fines publicitarios.