Lo del rescate de Grecia comienza a ser tan agobiante como la ola de calor que sufrimos. Los mercados ya no saben hacia dónde dirigirse con tantas idas y venidas en las negociaciones. Ultimatum de unos y órdagos de otros. Y mientras tanto los griegos, por si no habían sufrido poco estos últimos seis años, siguen dirigiendo sus vidas según soplan los vientos políticos.

El Eurogrupo, FMI y BCE -vaya troika de poderío y tronío- negocia a cara de perro con Syriza y sus dirigentes encabezados por Tsipras y Varoufakis -nuevos en los lares políticos nacionales y europeos-. Parecían perros flacos, pero sus pulgas han invadido las mesas de negociación. Ni Juncker ni Merkel ni Draghi ni Lagarde… nadie puede contra  la nueva ola política que ha empezado a llegar al poder. Y ahí está el problema, que lo que ceda y conceda la vieja guardia -esa de los recortes a la que le preocupa más el capital que el bienestar social- será un terreno irrecuperable y los mercados, bancos y poder económico no están dispuestos a ceder.

Que se hunda Grecia antes que el actual sistema. Que se hunda el Estado de Bienestar europeo antes que un solo banco. A ellos no les importa que no haya dinero para pagar las pensiones -si no se pueden pagar que se recorten-, sino que el dinero vaya a planes de pensiones para seguir amasando el dinero de los ciudadanos, que ni tan siquiera es suyo.

Syriza les ha plantado cara, y a la vista de los sondeos, partidos como el griego han surgido en todos los países, sobre todo en los más castigados por la crisis y del Sur de Europa. Aquí en España está Podemos, y el PP le ha empezado a coger tanto miedito que ya nos amenaza con «corralitos» en España si llega al poder Pablo Iglesias y los suyos.

Sonroja la cara dura con que actúan nuestros rancios políticos, más preocupados por perder la poltrona que porque los ciudadanos -a los que recurren cada cuatro años- pierdan sus casas, pasen hambre y frío o les hayan robado el futuro. Y esas viejas fórmulas de asustar -como cuando en otra época no muy lejana intenban ahuyentar el sentido común en derechos e igualdades con los demonios comunistas- están ya tan trasnochadas en el siglo XXI que suponen un insulto a la inteligencia.

Más que nada porque los gigantes europeos no esperaban que alguien les plantara cara. Estaban acostumbrados a negociar con borregos del orden establecido, que nuevos partidos lleguen hablando de las necesidades de los ciudadanos y, encima, digan lo que es políticamente correcto de lo que no lo es, les deja aturdidos, porque no habían previsto que la razón de los más llegue a las mesas de negociación. La Europa del capitalismo se ha bloquedado, porque con la crisis falló y dejó a todos al descubierto. Ahora los gigantes están en la Europa de lo social. Dos modelos y gigantes muy distintos que están en plena lucha.