“Hacienda, siempre remisa a evaluar la actividad no declarada, la ha situado este año a la cabeza de sus prioridades, según el plan de control tributario para 2011”. Lo leo en un periódico. Está bien. Hacienda, siempre velando por las arcas del Estado, va a iniciar (ha iniciado ya) una campaña contra el fraude en lo que llamamos economía sumergida. Nada que objetar.

Es curioso, sin embargo, que los afanes de Hacienda vayan por perseguir a los trabajadores que, en paro, que buscan una forma de cobrar unas pesetas fuera de los circuitos legales. Pero no me parece a mí que, en líneas generales los parados prefieran trabajar en la economía sumergida (sin garantías, sin seguros, sin cotizaciones) que en la economía legal.

Me cuesta trabajo creer que sea ésta una de las prioridades del estado cuando hay casi cinco millones de parados y hay más de un millón que no cobran nada, según leo también por algún lado. Y la cifra seguirá aumentando. Sigo leyendo que “la Agencia Tributaria pondrá el foco en los falsos autónomos y los trabajadores con ingresos opacos que cobren el paro al mismo tiempo”. ¿Son tantos? ¿Su fraude es tan importante?

No me sorprende que haya parados que busquen ingresos en la economía sumergida. Si no lo hicieran, posiblemente este país explotaría. Pero para que un parado cobre desempleo y, a la vez, busque unas pesetas en la economía sumergida, será porque alguien le paga por esos trabajos. Digo yo que no hablamos del fontanero que hace sus chapuzas o del albañil que arregla los azulejos caídos.

En fin. Uno no sabe a qué carta quedarse. Uno no sabe si aplaudir estas medidas o pensar si no sería mejor destinar esos recursos en dar a los parados un subsidio suficiente para esperar una nueva contratación con su dignidad intacta.

Pero lo cierto es que uno no puede resistir la tentación de comparar el trato que Hacienda da a estos defraudadores con la que da a cajas y bancos que obtienen de las arcas públicas el dinero necesario para salir adelante. Demagogia tal vez. Seguramente. Pero resulta doloroso cada vez que uno escucha, lee, que el fraude de los parados está entre las prioridades de Hacienda. Dios nos libre de quienes marcan estas prioridades.

De Jaime Sabines, estos versos:

Déjame reposar,
aflojar los músculos del corazón
y poner a dormitar el alma
para poder hablar,
para poder recordar estos días,
los más largos del tiempo.

Convalecemos de la angustia apenas
y estamos débiles, asustadizos,
despertando dos o tres veces de nuestro escaso sueño
para verte en la noche y saber que respiras.
Necesitamos despertar para estar más despiertos
en esta pesadilla llena de gentes y de ruidos.