El caso Deutsche aviva las sospechas sobre la situación de la banca alemana

30/10/2015

Miguel Ángel Valero. Las dudas, que existían incluso antes de la crisis financiera internacional de 2007, se centran en los landesbank, y en las sparkassen, figuras similares a las cajas de ahorro españolas.

Alemania no gana para sustos. Tras el escándalo del trucaje de las emisiones de los vehículos diesel de Volkswagen, el mayor banco del país, el Deutsche Bank, tiene que afrontar la mayor reestructuración de su bicentenaria historia (la entidad fue fundada en Berlín en 1870) tras pasar también por situaciones poco edificantes: desde los activos colocados a los clientes y que se demostraron ‘tóxicos’ en cuanto estalló la crisis financiera internacional el verano de 2007 a la manipulación de índices como el Líbor (que le ha costado 2.300 millones de euros en multas) pasando por el blanqueo de dinero procedente de actividades ilícitas o la participación en la violación de sanciones aprobadas contra Irán y Rusia. Y hasta la anécdota de los 6.500 millones de dólares que recibió un hedge fund por un error de un empleado junior del del equipo de ventas Forex en el mes de junio, mientras su jefe estaba de vacaciones, y que refleja la falta de controles en el banco.

En su primera rueda de prensa desde que fue nombrado presidente el 1 de julio, el inglés John Cryan, tuvo que pasar por el trago de anunciar pérdidas récord en el tercer trimestre (6.024 millones de euros), la reducción en 2 años de 35.000 puestos de trabajo (lo que costará 3.500 millones en indemnizaciones), la supresión del dividendo este año y el que viene, la retirada de 10 países, la venta de Postbank(que asumió en 2008, en el momento álgido de la crisis) y de otros activos para restar 4.000 milllones en costes, entre otras medidas.

 

El Deutsche Bank es “vulnerable” porque desde la crisis está “encerrado en sí mismo”, interpreta el semanario económico más prestigioso de Alemania, el Handesblatt.

A perro flaco, todo son pulgas. La desconfianza existente sobre el Deutsche Bank desde que se descubrió en 2012 su participación en la manipulación del Libor se agrava ante las dudas sobre si las cuentas de la entidad recogen todos los activos ‘tóxicos’ acumulados hasta la crisis, y sobre si se ha resuelto totalmente el problema de la colocación entre sus clientes de productos financieros de alto riesgo antes de ella.

Lo que llama la atención es que el Deutsche Bank protagonizó en 2014 la mayor ampliación de capital realizada en Europa tras la crisis: 8.500 millones, que sirvieron para que entrara en su accionariado Qatar. Pero las dudas sobre su infracapitalización continúan, y se agravan tras el anuncio de Cryan. JPMorgan estima que el Deutsche necesita capital por 12.800 millones.

La culpa es del BCE, según el Bundesbank

El buque insignia de la banca alemana hace agua y amenaza con salpicar a todo el sistema financiero del país más poderoso de Europa. El Bundesbank y BaFin (el supervisor financiero) han elaborado un estudio en el que concluye que la cuarta parte de los bancos sufrirían una caída de ingresos del 70% si los tipos de interés bajos se mantienen durante 5 años.

“Cualquiera que sea el escenario que se tome, ya sea pesimista, central u optimista, las condiciones son alarmantes. Estamos listos para intervenir si fuera necesario”, afirmaba en la presentación de ese estudio en Fráncfort el responsable de Supervisión del Bundesbank, Andreas Dombret.

Alemania ya procuró que muchas de sus entidades financieras bajo sospecha pudieran eludir la supervisión directa del Banco Central Europeo (BCE). Mientras, el Bundesbank culpa de la situación de la banca alemana al programa de compra de activos, el famoso QE, del BCE presidido por el italiano Mario Draghi, porque “ejerce presión sobre sus márgenes netos y perjudica claramente sus beneficios”.

El presidente del IFO de Munich, Hans-Werner Sinn, se apunta a esa tesis: “Alemania es en términos absolutos el mayor exportador de capital del mundo, y según mis cálculos, los alemanes hemos perdido desde 2008 y hasta 2014 alrededor de 300.000 millones de euros, en comparación con los tipos de interés que había a finales de 2007, antes del estallido de la crisis”.

Un dato es poco conocido. Alemania ha inyectado en sus bancos ayudas directas por 6.000 millones de euros entre 2008 y 2010, ese año da el salto a 33.000 millones. En 2008 la emisión de deuda pública destinada a apoyar al sistema financiero alemán fue de 47.434 millones; en 2009  aumentó hasta los 85.303 millones , y en 2011 se disparan hasta los 261.919 millones.

La lupa, sobre los landesbanken y las sparkassen

El sistema financiero alemán consta de tres grandes grupos de entidades. Por un lado están los bancos privados, con Deutsche Bank y Commerzbank (que recibó ayudas públicas para su saneamiento) a la cabeza. Por otro, los landesbanken, una especie de cajas de ahorros controladas por los Estados federales y que están participadas por las sparkassen (cajas de ahorro locales).

Las dudas sobre la situación real de la banca alemana, que siempre han existido (incluso antes de la crisis), se centran en los landesbanken y las sparkassen.

Los landesbanken acapararon buena parte de la limpieza por parte del Gobierno alemán de los activos ‘tóxicos’, siendo supuestamente saneados con cargo al contribuyente. Ni los lamdesbanken ni las sparkassen se sometiero a las pruebas de resistencia de la Autoridad Bancaria Europea (EBA), y todas, menos una (la Hamuburger Sparkasse, con unos 40.000 millones en activos), quedan al margen de la supervisión directa del BCE.

De las 426 sparkassen, apenas 8 superan los 10.000 millones en activos, y un centenar está por debajo de los 1.000 millones. Pero todas juntas suman cerca de un billón de euros, y suponen en torno al 20% de los activos locales de la banca alemana.

Las dudas afectan también al seguro y a los fondos de pensiones alemanes. El supervisor europeo, Eiopa, cree que algunas compañías tendrán problemas para cumplir con los compromisos con sus clientes en un período que oscila entre 8 años y 11 años por los bajos tipos de interés. En caso de baja rentabilidad prolongada, el 24% de las aseguradoras no lograría tener la ratio de capital del 100% que exige Solvencia II.

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