“Ha sido ETA” aseguró el ministro del Interior de la época Ángel Acebes. “Creanme, ha sido ETA” repitió a los directores de los diarios el entonces presidente José María Aznar mientras llegaban a los periódicos informes policiales que los atentados apuntaban al terrorismo islámico.

La seguridad de las aseveraciones de tan altas autoridades provocaron múltiples manifestaciones en todo el país de un pueblo que se sentía engañado en vísperas de unas elecciones.  El resultado de la estafa gubernamental fue la pérdida de las elecciones.

Antes se habían producido otros episodios que también indignaron al común de los mortales y provocaron numerosas protestas, como fue el episodio de las armas de destrucción masiva y el protagonismo que adquirió el Gobierno  en la guerra contra el eje del mal que encabezaba Saddam Hussein, inmortalizada en la cumbre de las Azores. Las calles se volvieron a llenar.

La inhibición del Gobierno adquirió notoriedad en la gestión del hundimiento del Prestige. Mientras Mariano Rajoy aseguraba que los vertidos del buque “eran unos hilillos que se solidificaban en contacto con el agua la gente se volvió a movilizar masivamente para acudir a la Costa de la Muerta a limpiar las calles. Aznar ni siquiera tuvo la delicadeza de ir a Galicia.

Dejando a un lado los fastos del bodorrio de la hija de Aznar cabe recordar que la etapa belicista culminó con la gloriosa reconquista de Perejil tan alardeada por Federico Trillo, a la sazón ministro de Defensa. Por cierto Aznar lucía orgulloso en su despacho una foto de la bandera española ondeando en el islote.

Parece que los actuales inquilinos de La Moncloa han aprendido aquellas lecciones y ante la amenaza terrorista de Estado Islámico Francia promueve una gran coalición y requiere la colaboración de los países occidentales. También estamos en vísperas de elecciones y con la sensación que los terroristas pueden actuar en cualquier momento y lugar. De momento Rajoy evita comprometerse más allá de las declaraciones, no fuera que el tomar partido le perjudicara electoralmente.

Si unas veces pecaron por exceso ahora lo hacen por defecto.