Las últimas reformas del sistema de pensiones, y en especial la cuasicongelación de estas rentas desde la última reforma del Partido Popular, que sustituyó al IPC como factor de actualización por un nuevo sistema –que mantiene clavada la actualización en el 0,25% desde entonces – han moderado el gasto en pensiones. En los últimos cuatro años, la nómina mensual de las pensiones de jubilación –las más gravosas para el sistema – han pasado de crecer del 5,37% registrado en el mes de diciembre de 2011, a un 3,54% el mismo mes del presente año 2015.

El avance del gasto mensual en pensiones de jubilación, que representa el 70% del gasto total en pensiones, ha frenado en dos puntos desde la llegada al poder del PP hace ahora cuatro años. Mientras, en 2011, la nómina mensual crecía a un ritmo anual del 5,37%, hasta los 4.883 millones de euros; cuatro años después, en diciembre de 2015, el gasto crece a un ritmo del 3,54% en relación con el año anterior, hasta situarse en casi 5.855 millones de euros.

La contención del gasto en pensiones se produce a pesar de dos factores que presionan en contra. Por un lado, el número de beneficiarios de una prestación contributiva por jubilación ha crecido en casi 400.000 personas. Por otro el importe de la pensión media ha crecido en más de 100 euros desde entonces; desde los 923 euros de 2011, hasta los 1.029 con que cierra el año.

Cuasicongelación

Un factor explica esta reducción en el incremento del gasto y es el cambio en el sistema de actualización. La reforma del sistema de pensiones puesta en marcha por el Partido Popular en 2012 arrinconó el sistema anterior, por el cual el conjunto de pensiones se actualizaban en función del IPC de noviembre, e introdujo el llamado sistema de actualización, una fórmula que calcula el avance anual en función del estado de las cuentas de la Seguridad Social, y que mantiene desde entonces los avances anuales en el 0,25%.

Esta cuasicongelación de las prestaciones ha afectado poco por el momento a los pensionistas. En los últimos años, el IPC se mantiene en valores bajos, incluso negativos, por lo que las rentas no han sufrido un gran deterioro. Algunos años incluso, como el presente, habrán ganado poder adquisitivo al finalizar el año.

Sin embargo, cuando finalicen los factores que mantienen deprimidos los precios – la bajada del petróleo o la debilidad de la demanda en la Unión Europea – las pensiones comenzarán previsiblemente a perder poder adquisitivo. Especialmente teniendo en cuenta que las cuentas de la Seguridad Social se mantendrán en números rojos hasta 2021, según las previsiones de la Autoridad Fiscal Independiente (Airef), y que este es un factor decisivo a la hora de calcular el valor anual de actualización.

Por otro lado, en 2019, entrará en vigor la segunda parte de la reforma del PP. A partir de ese año, el cálculo del importe de las nuevas pensiones tendrá en cuenta la demografía para fijar la prestación que percibirán los nuevos jubilados. Un sistema que supondrá una nueva merma en la cuantía de estas prestaciones.