Si tiene pueblo (es la expresión que se utiliza en las grandes ciudades para referirse a todos aquellos afortunados/as que tienen algún antepasado oriundo del medio rural) seguramente las haya visto: antaño e incluso hoy, se usan para barrer las calles. Nos referimos a las escobas de mijo y, aunque pudiera parecer lo contrario en estos tiempos del todopoderoso plástico, aún se siguen fabricando. Desde Valtierra, un pueblo de Navarra, y para toda España e incluso ciudades del extranjero como París y Londres (gracias a Amazon, reconoce el artesano que las fabrica) llegan las escobas de mijo Mendi. La tradición la inició el tatarabuelo Pablo Jiménez, vendedor ambulante de alpargatas, sogas y escobas. La familia alternaba entonces el oficio con trabajos agrícolas y no es hasta finales de los 70 que se establece la fábrica dedicada en exclusiva a las escobas. Sus abuelos y su padre continúan la tradición y ahora es él, Miguel Mendi, quien fabrica artesanalmente cada una de las escobas, entre 100 y 150 diarias (en los años ochenta se producían unas 400.000 al año).

Las escobas se fabrican con mijo, un material vegetal que hace 20 años crecía en las fincas de alrededor del pueblo y en la ribera del río: “Pero luego llegaron los cultivos subvencionados y lo fueron arrancando, ahora lo traemos de los países del Este”, aclara Mendi. Puede resultar curioso que se sigan utilizando estas escobas en la época del todopoderoso plástico pero incluso hay gente que está volviendo a este artículo: “Dura mucho más y el sonido que hace la fibra en contacto con el suelo es magnífico”, señala. ¿Clientes? Centrales de compra de ferretería, construcción, agrícola, distribuidores de productos de limpieza, pequeñas empresas e incluso, particulares..: “También, algún Ayuntamiento, por ejemplo, en Palma de Mallorca utilizan nuestras escobas para barrer las calles”, aclara. En los últimos años también ha habido un auge de las tiendas de decoración, regalo, interiorismo sobre todo, en la época de Halloween porque de las manos de Miguel también salen escobas “voladoras”.

Todo el proceso de fabricación es manual y el tiempo varía según el modelo: puede ir de los 3 a los 8 minutos, según modelos. Y como la artesanía no se puede quedar atrás, Mendi está valorando nuevos usos y clientes: por ejemplo, está en conversaciones con los jugadores de quidditch en España (el deporte de los libros de Harry Potter), que usan las escobas como un elemento más de su juego. También, ofrece visitas guiadas a la fábrica para dar a conocer el oficio: “Y a los niños les encanta ver cómo se fabrica una escoba de bruja”, finaliza.